martes, 14 de diciembre de 2010

"Es casi repetir lo mismo, salvo las consecuencias..."

Habrá que decir, por primera vez, que todo empezó con una mentira. Ella tenía novio y yo llevaba seis meses enamorando por medio de cartas a una veracruzana. Sin embargo, ambos teníamos una carta del juego escondida. Desde marzo de ese lejano 1999 nos conocíamos y aunque ella había empezado por odiarme y declararlo públicamente, poco a poco yo había vencido cualquier reticencia (era el escucha que ella quería).
Pero vayamos a la mentira, que es de lo que me interesa hablar, no de que se aproximaba el 2 de octubre (con su marcha) y de que cuatro días después la veracruzana regresaría a México para verme y aceptar ser mi novia.
Le llamé una tarde a su casa y le dije que un amigo quería verse con una muchacha por la que estaba vuelto loco, pero que para aquello no pareciera una cita, había inventado una supuesta reunión de amigos, a la que convenientemente sólo iríamos ella y yo (si aceptaba acompañarme y servir de celestina). No sé si percibió la mentira o es que ya empezábamos a enamorarnos, pero aceptó.
Nos vimos un sábado afuera de Liverpool de Félix Cuevas, a las 3 o 4 de la tarde, y esperamos en vano a que mi amigo y su cita llegaran (días después me confesaría que habían estado en una cafetería al otro lado de la calle). Mientras, en la espera, nos sentamos en una banca uno frente al otro y continuamos esa larga plática que hoy todavía no termina.
Como dos adolescentes que nadie ve, nos rozamos las manos entre juegos, le toqué la cara en una ligera caricia (pretextando quitarle un cabello inexistente) y nos fuimos a caminar por la ciudad que nos parecía nueva.
A nadie de los que nos conocían les dijimos de este encuentro, ni de las campanas que escuchamos a lo largo de tres horas que estuvimos sentados al pie del reloj de Liverpool (La India María habría adivinado de inmediato que era el amor que nos acompañaba), ni de las miradas cómplices, ni del rozar de dedos y del beso de despedida que a punto estuvo de rozar su boca.
Luego regresó la veracruzana y nos hicimos novios (casi un mes). Ella terminó con su novio, pero tenía aún la esperanza de regresar. Entre tanto, las pláticas vespertinas entre nosotros continuaron: en el Metro, donde pasábamos horas sin importar que hubiera alguien esperándonos; en las cabinas de Radio UNAM, donde miraban con extrañeza a esos dos enemigos que ahora se sonreían; en la Facultad, donde coincidíamos extrañamente en cualquier lugar...
Un mes después, un 6 de noviembre (yo había terminado con la veracruzana pretextando no sé qué y ella ya tenía varios pretendientes), fuimos a una fiesta en donde tuve que bailar (eso intentaba, pues en realidad me movía sin gracia) para que fuera yo con quien estuviera. De madrugada, sin transporte para mi casa, me invitó a quedarme en la de ella. Uno de los pretendientes nos llevó hasta allá (celoso). Luego nos quedamos algunos minutos platicando en la madrugada y al final me dio una cobija y me quedé dormido en un reclinable que había en su recámara.
Al día siguiente, sorprendido por mi presencia, su papá entró y me miró con el odio del que ve en un joven a quien le ha de arrebatar a su hija. Luego se fue y nosotros nos reímos.
Quisimos alargar la mañana, pero no habiendo más pretexto, tuve que irme. Ella me acompañó hasta la parada del camión y nos burlamos de su hermano, quien no se atrevía a decirle a una joven que fuera su novia.
—Tal como yo—, dije no aguantando más.
—Pues deberías decirle—, agregó.
—Decirte—, no recuerdo si nos sonrojamos...—. ¿Qué falta para que seamos novios?—, le dije ocultándome en un suéter gris de cuello de tortuga que aún conservo (a ella le gustaba cómo me veía con él).
—Que me lo propongas.
La tomé de la mano, serio, y acariciándole la palma solté:
—¿Quieres ser mi novia?
Ya se presupone, nos gustaba lo cursi y las maneras antigüas.
—Sí.
Luego llegó el camión y nos despedimos con un beso. Sin embargo la emoción nos ganó y ella me acompañó de regreso hasta Barranca del Muerto (veníamos desde Atizapán). Platicamos un rato y convenimos en que la acompañaría de nuevo hasta Metro Rosario. Ahí, después de esa primera lujuría mezclada con romanticismo que permea en los primeros días de noviazgo, nos despedimos por fin.
Al día siguiente nadie creyó que ya fuéramos novios. Cuando vino la primer ruptura todos dijeron que era lo lógico. El día de la reconciliación pensaron que eso no iba a durar, y la tarde que les comunicamos (tras dos años de incontables desencuentros) que nos casábamos, todos auguraron el fracaso inminente.
Hoy, tras nueve años, seguimos luchando por demostrar que todos fueron malos profetas.
Y aquí seguimos...
TAM, HTC

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas veces hemos platicado de la manera en cómo decidimos estar juntos, también a nosotros nos ha parecido casi imposible, pero mira, aquí estamos con nuestros 108meses juntos. Pues ábramos la botella y brindemos por ello mi querido cocodrilo, que la noche aún es joven. YTAM.
Besos y más besos

Dann.Fierro dijo...

Aplauso, buena forma de relatar tu experiencia personal.

Mentas Ácidas dijo...

Señor, usted y sus relatos hacen que a uno se le haga el corazón de pollo y querer llegar a casa a llenar de besos a la compañera de alegrías y penurias!

Un abrazo mi Cocodrilo, como siempre un placer leer tu blog!

Rogelio Pineda Rojas dijo...

Yo leí esto y llegué a mi casa a tupir de besos a mi amor en estos días: una hermosa planta que no reclama más cuidados que un poco de sol y agua. El secreto para llegar a la plenitud que relatas aquí, se debe a una mezcla de inteligencia y comprensión, algo de lo que en particular carezco, pero que por propia ausencia puedo detectar a kilómetros de distancia. Y en Lane y en ti se derrama en abundancia, así que ¡Felicidades! Y muerte a los falsos profetas.

mangelacosta dijo...

HTC: ¿Qué más puedo decirte? Abramos una botellita de vino tinto y brindemos.
Dann.Fierro: Gracias por lo que dices, ya quedamos, en unfuturo hemos de brindar con una cerveza.
Mentes Ácidas: Me da gusto que hayas llegado a besar a tu compañera, sobre todo después de leer el blog. Un abrazo desde acá.
Rog: Nos debemos una plática. Esperemos que pronto llegue para así saber a cuáles de nuestros falsos profetas habremos de matar. jeje