viernes, 27 de agosto de 2010

No quiero atribuírselo a la edad, pues a mis 32 años no creo que haya desgastado tanto el cuerpo (pero no dejo de pensar en las desveladas de juventud, en los cartones de cerveza, en las cajetillas de cigarro). Sin embargo, algo me preocupa de este dolor de huesos (dije "huesos"), quizá que me llegué a cualquier hora, que suba desde el empeine y se instale justo debajo de la ingle. Luego, cuando sube a la cadera y se me instala en la espalda baja, quiero atribuírsleo a las 6 horas que permanezco sentado en el trabajo (tal vez debería comprarme un wii, tal como recomienda el comercial). No sé qué hacer cuando me llega a la altura de los pulmones, y mucho menos cuando se queda 10 o 15 minutos justo en la manzana de Adán. Pero cuando llega a los ojos y se va hacia la parte de atrás y comienza a expandirse a todo el cerebro, ya es demasiado.
Me pregunto entonces qué debo hacer: tomar una pastilla, dormir un poco, comer, relajarme 30 minutos. Pero entonces siento comezón en el brazo y me doy cuenta que ya me está surgiendo el salpullido que me indica mi nivel de estrés, y sin querer rascarme, para que aquello no se extienda, termino por aspirar profundo y me voy directo al espejo. Sí, ahí está de nuevo el vitiligo. Ya en la comisura de la boca, en la fosa nasal izquierda, invadiendo la ceja derecha y llegando incluso por arriba del lóbulo de la oreja derecha. Entonces, en esa exploración frente a mí mismo, veo una cana en la patilla izquierda, y otra más en la parte lateral derecha. Son largas y demasiado blancas, casi tanto como para notarse a simple vista. Entonces, tomo algún mechón de cabello y trato de ocultarlas, y al no conseguirlo, me retiro del espejo como si con ello ganara la batalla.
En ese momento, al darme la vuelta siento nuevamente el dolor que me sube del empeine y entonces, sin darme tiempo para nada más, vuelvo a los 10 pendientes que tengo, a planear qué es lo que sigue.
No falta nunca alguién que me observa en esa maniática exploración y me pregunta: "¿Te pasa algo, estás bien?". Y se deja engañar con mi respuesta: "todo bien, gracias"...

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