jueves, 15 de abril de 2010

Empiezo a creer que quizá fuera bueno ir al psicólogo, yo, que tanto he hablado de aquellos que acuden al terapeuta. Pero no iría para que me ayude a reconstruir mi yo, ni para aliviar mis traumas (con los que convivo de buena gana) o para dejar mis manías (algunas tal vez, no todas). Sino para que me enseñe a interpretar mis sueños.
Recuerdo la noche que soñé que Roberto Bolaño era el chofer del taxi donde yo viajaba. Le pregunté cómo era España, pues no me acordé del nombre del lugar donde había muerto (en sueños tengo mala memoria, también en la vigilia).
Otra ocasión me encontré con Armando Ramírez, quien me llevó a una casa tipo Dimensión Desconocida en la colonia Roma. Desperté sudoroso al saber que un niño quería jugar conmigo y no podría huir de esa casa maldita.
Otras madrugadas despierto rezando, pues con ello quiero alejar a los demonios que me persiguen por la casa de mis padres.
He sido gerente del departamento de joyería en El Palacio de Hierro, poseedor de una esfera que contiene toda la historia del mundo y la fantasía, visitante recurrente de calles que sólo conozco estando dormido... He besado a mujeres cuya piel es color tierra seca (alguna vez supe que significaba tristeza); tomado pócimas que me ofrecen chamanes, recorrido montañas de color melocotón; estado en Guanajuato en tardes lluviosas.
Y después de todo, cuando despierto, no sé qué signifiquen mis sueños. Es desesperante conformarme con interpretaciones de libros de diez pesos, de los que venden en el Metro. Alguien me ha dicho que un psicólogo podría ayudarme a saber interpretar mis sueños. Sólo por eso pagaría gustoso los 200, 300 pesos por sesión. Quisiera un día saber por qué mi obsesión por el pecado, la culpa y la santidad; por qué cuando estoy a punto de descubrir una gran oferta en un mercado de segundas, despierto; por qué cuando como un plato de manzanas en dulce me sabe tan rico; por qué me gusta tanto caminar en sueños (lo que provoca que amanezca cansado).
No sé. Anoche nuevamente desperté agitado a eso de las cinco de la mañana. He pensado toda la mañna en esos ángeles de piedra y en las puertas que requerían 11 pesos para abrirse. Y no, aún no encuentro el significado.
¿Alguien conoce a un psicólogo?

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