miércoles, 24 de marzo de 2010

Me siento extraño. No mal, no triste, sólo extraño.
Desde hace unos días mi esposa me comenta los proyectos que piensa echar a andar ahora que todo recomienza. Me cuenta de ciertas revistas, de buscar nuevos clientes, de establecer relaciones con algunas editoriales; y todo parece que ya estuviera en marcha, que sólo faltara una llamada o una decisión para que funcione.
Yo, mientras tanto, sigo pensando en tres historias, en la forma como pueden ser contadas, escritas.
Luego, ella estructura la mejor forma de colocar el escritorio, la computadora, el librero, en la recámara que se transformará en oficina, y piensa que cuando vaya la diseñadora podrán acomodarse de tal manera, y cuando vayan los editres podrán hacerlo de otra forma.
Yo pienso en un libro de poesía que recién leí, en un adjetivo que provoca una lectura diferente después de pasar la vista por él.
Ella continúa diciendo que podrá contratarse a un reportero y a un fotógrafo que vayan a Querétaro, para así publicar ese boletín o esa revista de forma bimestral. También me narra sus planes más próximos: ir al Office Depot por plástico para envolver la cama, el colchón, y comenzar a habilitar la recámara con escritorios, impresoras, material de oficina.
Yo recuerdo un concurso de cuento que se emite en mi estado, y me convenzo de terminar esas tres historias en mes y medio para poder participar en él.
Y así se van las mañanas, las tardes, las noches.
Es increíble cómo ella le encuentra el lado funcional a todos sus proyectos, siempre ve ganancias cuando piensa una posibilidad de trabajo. Yo sólo pienso en literatura y me doy cuenta que el tener un trabajo extra no me deja gran ganancia, pues el dinero no llega. Creo que es tiempo de dejar los sueños y tener proyectos factibles y redituables; aunque preferiría no hacerlo. Creo que es momento de darme la oportunidad de buscar nuevas cosas, que realmente lleguen a un término (no como la revista que llevo planeando más de un año). Tal vez sea momento de regresar al periodismo y olvidarme un poco de los libros. Quizá este sea el momento, y no quiero dejar pasar esta oportunidad. Pero, ¿cómo saberlo?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Podrías volverte más práctico y mirar proyectos que te "redituaran" económicamente y "probablemente" te sentirías más aliviado a fin de mes; pero si lo haces y dejas para "después" el placer que te genera la literatura, será muy difícil regresar al camino, porque el "después" es un adverbio difícil de recuperar.

mangelacosta dijo...

Anónimo, gracias por tu comentario. ¿Sabes? Después de escribir esto me puse a pensar, a reflexionar si realmente he apostado todo y me di cuenta de que no, que he estado picando aquí y allá, me he empecinado en ciertas ideas, y tal vez por eso mis proyectos literarios no "reditúan". Recién he tomado una decisión y espero que sea la correcta: dedicarme a lo que me gusta.
Saludos

Marisol dijo...

No hay forma de saberlo más que haciéndolo, intentándolo. Todos pasamos por estos momentos y sólo puedo decirte que lo sigas intentando y sobre todo que busques disfrutar hacer lo que haces, de otra forma realmente no vale la pena... además siéntete agradecido, parece que tu esposa te complementa perfecto. Dime, ¿que harían dos soñadores más que soñar? Afortunadamente tienes alguien que sueña pero que sabe buscar eso que reditua... abrazos

mangelacosta dijo...

Gracias, Marisol, muchas gracias...

Anónimo dijo...

un buen libro es más fácil de leer que un mal libro y en tu vida diario se escribe una nueva página.
Mart

mangelacosta dijo...

Mart: hay ocasiones en que platico contigo y todo se me aclara; ayer fue una de esas veces. Les mando saludos a ti y a A. Gracias por tu comentario.