miércoles, 17 de marzo de 2010

La tentación del fracaso


El lunes (día feriado), a las seis de la mañana ya estaba despierto. Necesitaba hacer algo para curarme el insomnio y ese malestar en el estómago que un día antes me había provocado náuseas. Sólo pensaba en una mujer borracha y adolorida, que le arrebata el cigarro a un hombre débil y humillado. Casi podía escuchar las hojas de un platanar agitarse a causa de un "norte" costeño, las plantas que se estremecen con el paso violento del aire y la brisa marina. Y adentro de la choza, tal como esconde Graciliano Ramos en Angustia, los cuerpos que se vengan del mundo haciéndose daño a sí mismos. Veía el tirante del brassier de ella un poco chueco, y el dedo, de él, acomodándolo con una doble intención: confirmar que ella estaba tentada y sentir esa piel de color a tierra seca con la que ha fantaseado (no sexualmente, sino vengativamente).
¿Cómo explicar esa urgencia por sentarme a escribir, por sacar de alguna forma esa vibra que me había dejado leer el diario de Julio Ramón Ribeyro?
Tecleé por varias horas. Unas pocas hojas fueron el resultado. Después me fui a la cama y comenzó a ganarme el sueño: el insomnio se había ido.
La náusea y el sudor frío se han mantenido cada que abro La tentación del fracaso.

"Con una naturaleza enfermiza, yo debía moverme lo menos posible y resignarme a alcanzar prestigio en pequeñas cosas espirituales que pueda hacer con paciencia y gusto, tranquilamente instalado en mi hogar, sin derroche de energías".

"Es raro: tengo dificultad no únicamente para escribir, sino hasta para razonar literariamente".

"¿Tienes acaso inventiva, talento creador, clarividencias o fuerza dramática? No, no tienes nada de eso. Y así quieres vanagloriarte de hallazgos y así quieres escribir y así continuar alimentando sueños de literatura. ¿Hasta cuándo? ¿Por qué perseveras en una empresa tonta, ajena y sin porvenir? ¿Qué te fuerza a ello?".

"Falta de lucidez, falta de 'sentido de lo contemporáneo' son imperfecciones de mi inteligencia y por ello soy un mal conversador".

"La primavera naciente ha despertado la carne en las mujeres, las está dorando a fuego lento, sabe Dios para qué cópulas secretas".

"El camino más corto para llegar a la santidad es el de la corrupción".

"¡Qué terrible es la soledad después de una borrachera!".

"Yo solamente pido paz, el tiempo suficiente para escribir, dinero para libros y cigarrillos".

"Cada amigo es un espejo que nos refracta desde un ángulo distinto".

"Envejecemos cuando nos damos cuenta de que empieza a sobrarnos un poco de pasado. Los recuerdos se acumulan y ya no sabemos qué hacer con ellos. Nuestra memoria parece tener una capacidad limitada. Vencida ésta, sobreviene el desorden, el embarazo y lo almacenado asoma a la conciencia".

"Pensaba en cosas terriblemente concretas, como por ejemplo, en que nunca podré formar un hogar porque nadie soportará mi silencio".

"En realidad —tengo casi la evidencia— si alguna vez escribo un libro importante, será un libro de recuerdos, de evocaciones. Este libro lo compondré no sólo con los fragmentos de mi vida, sino con los fragmentos de mis estilos y de todas mis imposibilidades literarias. Un libro de memorias —en un grado mucho mayor que la novela— es un verdadero cajón de sastre. En él caben las anécdotas, las reflexiones abstractas, el comentario de los hechos, el análisis de los caracteres, etc. Es un libro, además, sin problemas de composición".

Todos los entrecomillados pertenecen a Ribeyro, Julio Ramón (2003), La tentación del fracaso, Barcelona, Seix Barral, 682 páginas.

4 comentarios:

Unknown dijo...

¿Y qué? identificadísimo con "La tentación del fracaso"

mangelacosta dijo...

Encantado con la lectura. Es cierto, hay algunas cosas que parecieran mis pensamientos, pero creo que esas ideas las tienen muchos de quienes anhelan ser escritores. Identificado no: Julio Ramón Ribeyro escribía mucho, vivía en la bohemia, era un gran viajante y padecía cáncer...
Aún nos debemos una cerveza. Abrazos.

Rogelio Pineda Rojas dijo...

¡Ah, caray! La inminencia de la enfermedad es básica para tomar decisiones, no cabe duda. También distorciona, potencializa, deforma o decora la realidad (cualesquiera que sea). Igual estamos yéndonos por el sendero resbaladizo y oscuro del río en lugar de cruzarlo a ufano nado. ¿No crees, Mike? Saludos.

mangelacosta dijo...

¿Recuerdas que platicamos de Bolaño; de su viuda declarando que a partir de que se supo enfermo, de que cuanto escribiera se lo publicarían, Bolaño empezó a aporrear la máquina de escribir? No sé. Creo que la enfermedad es un factor que a veces te lleva al límite: decidir si conviertes tu sueño en verdad o te lamentas por la enfermedad lo que te queda de vida.
Me gusta la idea de nadar para atravesar el río, pero ¿cuál es la dirección a seguir?
Contigo también tengo el adeudo de la cerveza. Saludos.