Bajé del auto y dije adiós. Era de noche. Iba a subirme al Metrobús, pero sentí la urgencia de ir a orinar. Empecé a caminar hacia el centro, por Reforma, y aunque hacía mucho viento y frío, yo sudaba. Los brazos eran piedras que me obligaron una o dos veces a sentarme sobre la banqueta. Llegué a un Sanborns y pasé al baño. Algo extraño detecté en mi imagen reflejada en el espejo.
Luego salí de nuevo a la calle, cruzando por lugares que en otro momento me hubieran provocado miedo.
Era de noche, ya lo dije, pero para mí todo era una especie de claridad luminosa. No paraba de sonreír...
Hace 1 año
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