viernes, 14 de agosto de 2009


Cuando era niño mi papá surtía de frutas y verduras un hospital psiquiátrico de Hidalgo. El director era su compadre, así que era costumbre que cuando llevábamos el mandado, lo invitara a tomarse una cuba libre para el calor. Ese jaibol de repente se convertía en una botella y la tarde y la noche pasaban mientras los compadres escuchaban a David Reynoso y su corrido del "caballo negro azabache, cómo olvidarte, si me salvaste la vida..."
Mientras, yo, que en un principio me quedaba en la camioneta esperando los diez minutos ("por mucho") que tardaría mi papá frente a la barra, veía a los internos deambular con sus ideas de mundos perdidos.
Estaba el mudo, que era quien regañaba a los enfermos con muecas grotescas (para los hombres) y cariñosas (para las mujeres). Estaba la mujer anciana que te pedía un peso y la joven que se alzaba la bata mugrosa para enseñarte los senos. Había otros más que se acercaban a la camioneta y me veían fijamente a través de los cristales, y yo, que tan acostumbrado estaba ya, les sonreía (aunque nunca me atrevía a bajar la ventanilla).
Quizá por eso me atrae la locura, no la metafórica, no la de aquellos que hacen "locuras", sino la locura plena, la de desquiciados, la de personas que no encajan en la sociedad simplemente porque no habitan esa sociedad. Pienso por ejemplo que Jis debe estar loco, lo creo también de algunos escritores como Mirbeau, Kristof, Hedayat, Ramuz..., recuerdo a mi esposa, a alguna amiga hoy perdida, a los Tacubos en su video Quiero ver.
La locura ya no como forma de evadirse de la realidad, sino como una forma de hacer realidad nuestros deseos. Por ejemplo, el cliché de la mujer que mece en sus brazos unas cobijas a quienes cree su hija muerta, el hombre que lucha con demonios que lo acosan para hacerle daño. ¿Y si en verdad sí es su hija, si en verdad sí hay demonios?
Dice Yépez que si a un hombre lo secuestraran un año y durante ese periodo lo pusieran a escuchar diario un noticiero en una lengua extranjera, seguro cuando lo liberaran estaría convencido de que vuelve a la realidad del país extranjero del noticiero.
Entonces, si la mente es capaz de transformar nuestro entorno, si la mente es capaz de convencernos que la ciencia tiene la razón; si es capaz de que creamos que del choque de dos átomos se formó todo un universo; si es capaz de convencernos que el hombre piso la luna, por qué no creer que la locura es una creencia hecha realidad, la imaginación de un entorno que sí es verdad.
Me explico: si un bebé no puede conciliar el sueño después de que una persona lo chuleó, dicen que le echaron mal de ojo: eso es increíble. Pero si una mujer transforma en piedra al bebé que espera debido a su rechazo por que nazca (el famoso litopedion), eso si es creíble, pues la ciencia lo ha explicado.
Vamos, regreso a la frase tan dicha, qué tan locos están los locos y qué tan cuerdos los cuerdos.
Pero no es eso a lo que quiero llegar, sino a algo que ayer comentaba con una amiga. Hay ocasiones en que me enfrento a la locura (real) y no hallo otra cosa que hacer que apropiarme de ella, tratar de defenderla (por eso es que no busco, güera, porque necesariamente me sentiría con la necesidad de proteger esa locura).
Me gusta la locura. Me gusta que alguien vestido de naranja se meta en una caja y salga vestido de azul, me atrae que a un hombre se le caiga el mundo encima cuando contempla la noche estrellada, me siento bien cuando me entero que el mejor amigo de una muchacha es un monstruo formado por ropas de su tía muerta(mismo que se enamora de unas sábanas blanquísimas que se secan en un tendedero callejero), me alegra que en una chistera de mago quepa el infinito, me siento feliz cuando pienso que la locura me ha dado algunos buenos amigos (aunque después me los haya quitado).
Hoy pienso eso y escucho esta canción. Pienso en los internos del hospital Fernando Ocaranza, los veo aquellas tardes en que detrás del vidrio me decía: "bebitobebitobebito, veeeeeennnnn", y yo les sonreía y quería salir a su mundo, aunque nunca lo hice pues no me sentía preparado...

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