Y muchas cosas pasaron: comimos donde Lucha, nos espantamos con el profeta Mario, nos desilusionamos de la honradez de los taxistas, nos molestamos con un niño que desenfocó la cámara fotográfica, vimos a una bebé con un pañal al estilo Tarzán, nadamos junto a unos diseñadores de peinado extraño, sentimos el vértigo de un despeñadero, nos asustamos con la inmensidad de la noche desde un balcón. En fin, muchos recuerdos, muchos sentimientos, muchas alegrías.
También cenamos mirando la tarde violeta y despertamos sin sueño. Nadamos, comimos, caminamos, anduvimos en combis, fumamos, bebimos, apenas nos mojamos con un aguacero y nos olvidamos de todo lo que en esta ciudad de México pasamos o sufrimos.
Soñamos juntos...
Además, tomamos fotos. Ésta me llama la atención. Está tomada en Santa Prisca.
Entramos a esta parte de la iglesia y vimos a esta anciana rezar. La luz de la tarde se filtraba por un rosetón, cayéndole de lleno a la mujer.
Creo, sospecho, que sus ruegos fueron escuchados.
Hace 10 meses
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