lunes, 26 de enero de 2009

A veces me pregunto por qué pasan las cosas. Creo en las casualidades y en ellas hallo señales, pero en esta ocasión no lo he podido entender bien.
Durante dos sábados he salido de la casa corriendo, tomó el primer taxi que pasa frente (dos vochos) y bajo a la iglesia de Santa Úrsula a dejar un nombre, una imagen del Santo Niño Jesús de Praga, un saludo presuroso. Los taxistas, mientras me esperan para después llevarme al Metro Universidad, bajan de sus carros y acuden a la ermita, rezan rápidamente y se despiden del Padre, que a esas horas anda vigilando a los catequistas, bromeando con los adultos, recorriendo la iglesia para evitar otro robo (¿cuántos van? he perdido la cuenta).
Ya de camino al Metro me preguntan por qué he pasado a la iglesia, y mientras les explico ellos atienden con paciencia. Ya de pronto noto una estampa de la virgen junto al tablero, o un san Judas Tadeo colgando del espejo retrovisor. Y así la plática hace peregrinación por distintas iglesias (la de Tlalcoligia, donde uno acude con regularidad), la de Tepeximilpa (a la que ha dejado de ir otro por el carácter del padre) y la de María Reina (a donde ambos van a misas de curación). Me hablan maravillas del sacerdote de María Reina, lo admiran por su conocimiento y por su afán de evangelizar a jóvenes y niños, y me invitan a los grupos religiosos a los que ellos acuden. Platicamos también del abandono de la Iglesia Católica hacia sus fieles y, con los dos, termino renegando de una declaración hecha por un jerarca durante el Encuentro Mundial de las Familias: "una familia sin hijos no es reconocida por la Iglesia".
¿Entonces qué somos mi esposa y yo?, en fin.
Luego les pago la dejada ( las dos ocasiones me pareció muy baja, sobre todo por el tiempo que los hice esperar en Santa Úrsula) y ellos me despiden con una bendición, con una invitación a las misas de María Reina.
Me alejo de los taxis pensando en si eso es una señal o si tan sólo es que por mis rumbos, o por mi vida, está cruzándose gente que en tiempos de crisis vuelve a la fe.
No hallo respuesta.

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