viernes, 30 de enero de 2009

Creía, hace años, que los recuerdos sólo estorbaban, por eso no me fotografiaba, prefería no ver a ex compañeros, perdía a propósito agendas telefónicas.
Luego pensé que los recuerdos envejecían y por eso me esforzaba en mantener en constante cambio mi cerebro: la abuela a quien le agregaba una arruga, el tío a quien le retiraba diez cabellos, la familia que se iba partiendo sin querer.
Más tarde consideré que debía guardar todos los recuerdos, de cosas importantes y nimias, y empecé a llenar cajones con hojas garabateadas en un café, con libros que nunca habría de leer, con escritos que un día retomaría para escribirlos bien.
Hace dos días mi esposa comenzó a escombrar la casa y a tirar todo lo que no nos sirve: vaciamos cajones de ropa que no recordábamos tener, tiramos zapatos que nunca echamos de menos, abrimos cajones llenos de papeles que no nos dicen nada. Así, llenamos bolsas, 15, quizá 20, de cosas que nos envejecían a diario: revistas especiales de fotografía donde no se menciona la palabra digital; fotocopias de libros que ahora tenemos, currículums de invitados a un programa de radio que dejó de existir hace 7 años. Y rompíamos las hojas con cierto cansancio y también con cierta alegría: cuentos que nunca fueron; invitaciones a las que no pudimos asistir; novelas que no terminan de ser; revistas, manuales, guiones que parecen en blanco. Lo apilamos todo cerca del balcón, listo para cuando llegue el hombre de la basura.
Al final, cuando volteamos a la casa la vimos tan vacía que nos pareció asombroso. Ahora tenemos tanto espacio...
Ayer, ya de noche, pensé que los recuerdos no estorban, ni envejecen, ni llenan cajones, sólo son recuerdos, recuerdos que de vez en cuando debemos sacar a orear y si ya apestan mucho, olvidarlos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ahora el eco que se escucha en la casa es extraordinario, no te parece?

además dentro de todo tengo la sensación de una renovación, ya lo ves las estrellas decían este año que algo iba a cambiar en nuestras vidas y quizá ya empezamos.

besos y más besos.

LL

Marisol dijo...

Yo tengo esos recuerdos que te hacen cada vez más viejo, esos cientos de papeles que guardas en un cajón y en un rincón. Esas miles de copias que juraste leer. Esa ropa que no te queda, que se hizo vieja y pasada de moda.
Todo eso lo puedo sacar, estoy segura que tardaría más de un día en lograrlo. Llenaría al igual que ustedes bolsas y más bolsas. Quedaría con mucho espacio en mi ropero, podría hacerlo, debería hacerlo, pero hay un lugar más mucho más importante que me gustaría vaciar, ese lugar que en noches como ésta me hace sentarme frente a la computadora y llegar a sitios como el tuyo a leer para ver si no estoy loca o tengo un trauma por el que me puedan declarar demencia permanente.
Ese lugar es mi memoria y mi corazón. Tengo recuerdos lindos que me hacen suspirar, tengo otros que enterré en algún lugar el día que me hicieron llorar.
Ultimamente esos recuerdos han regresado, recuerdo y reconozco momentos que no sabía que existian. Me pregunto si es mi reciente cumpleaños y las aterradoras tres décadas a las que acabo de llegar. Si es porque me gustaría de pronto retomar todos esos deseos y promesas incumplidas, realizar mil sueños y fantasías o simplemente es mi impaciencia de comenzar una nueva aventura al lado del hombre a quien amo profundamente...