viernes, 14 de noviembre de 2008

Un segundo: un milagro secreto

Salgo de la oficina apresurado. Ha sido un día extraño, una semana extraña. Subo las escaleras hacia Rectoría y volteo hacia la Biblioteca Central. Tengo 30 minutos para llegar hasta el Museo Carrillo Gil a una presentación de Goran Petrovic. Balanceo los brazos, la luna es grande y color naranja, levanto la pierna para dar el siguiente paso (Fuentes publicó a los 30 años su primer novela, Krauze platicó con Borges sobre Spinoza en los 80, deseo seguir leyendo a Sada, espero que las correcciones que hice hayan sido las adecuadas, tal vez podría escribir sobre la Feria del Libro Infantil y Juvenil, espero que mi esposa sí llegue a la presentación,  qué buen libro es el Atlas descrito por el cielo, debo comprar una veladora para el Niño Jesús de Praga, no debo olvidarme de abonarle una tarjeta a los celulares, qué gusto que me haya escrito Fernando Solana, me va a mandar su libro, ¿está vez será cierto lo que me ha dicho D...?, si pudiera sacarle una foto a la luna, qué linda semana, voy a dejar tantos libros que cargo en la casa, ojalá que llegue mi esposa a la...), luego planto el pie en el suelo rojo de la explanada de Rectoría: soy feliz: en casa habita mi esposa, mis libros, mi fe: vivo en el paraíso, sí, vivo en el paraíso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Algo traes, te ves diferente, no es el sweter negro, sólo es que te ves distintos.

besos y más besos

A. dijo...

pues Miguel Angel, si algo te traes, como dicen, espero que siga siempre siempre. Un fuerte abrazo