miércoles, 10 de septiembre de 2008

Hace algunas semanas fui a Pachuca. Al salir de la central camionera me percaté de un anuncio: Salvador Juárez Coiffier había desaparecido. El apellido me resultó familiar, así que en medio de una fiesta pregunté por el caso del agente de la policía municipal.
Hoy, leyendo a Miguel Ángel Granados Chapa he comprendido las medias palabras que en ese momento me dijeron.
Quisiera escribir más, denunciar un poco los hilos que parecen estar detrás de esta desaparción (corrupción, invención de pruebas, narcotráfico) y que entonces me contaron, pero ante la escalofriante cifra de 32 personas desaparecidas en Pachuca en lo que va del actual gobierno, he sentido un inmenso pavor.
Ahora guardo silencio.

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