jueves, 8 de mayo de 2008


Sólo te pido, le diría a Dios con un tono conciliador, que no me regreses a la Tierra para ser policía ni tránsito. Tú me conoces: no me gusta pasarme los semáforos en rojo, ni invadir el carril de contraflujo; tampoco circular por el carril confinado del Metrobús y sería incapaz de prender la sirena para evitar el tráfico de la ciudad. Sabes que permitiría a los parientes de los enfermos colarse al área de urgencias, y que dejaría entrar a ver a "los jefes" a quienes buscan realizar un trámite, resolver un problema, dejar un currículo. Ya sabes que no se me da la violencia, ni para golpear indocumentados, ni para aprovecharme de las prostituas que buscan un lugar para trabajar; tampoco soy bueno en el levantón de personas, ni en reprimir estudiantes. Eso de la mordida, me conoces, no me gusta, y soy incapaz de parar a una persona con tal de sacar un beneficio propio, incluso no me atrevo a pitarle a la gente cuando veo que su carro está descompuesto (me sería imposible llamar a la grúa en vez de ayudarlos).

Te pido Dios, sugeriría sin ser impositivo, que no me hagas policía ni agente de tránsito, pues odio las pistolas y estar parado al sol del mediodía, aunque he de admitir que me encanta quedarme dormido en el vocho, como a los policías en sus patrullas. No quiero andar con las portezuelas abiertas, ni rompiendo todas las leyes que digo hacer cumplir. Te lo pido por favor.

Ya que si está en mi destino y debo vestirme de azul y con gorra, mándame al callejón donde habita Don Gato. A lo mejor ahí me resignaría a tu decisión...

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