viernes, 30 de mayo de 2008

Como parte de mi trabajo leo los periódicos

Y descubro a cuatro, cinco jóvenes más o menos de mi edad hablando del mundo que los rodea. Todos ellos (algunos actores, escritores, cineastas) coinciden en la soledad. Dicen que ésta es la característica de su vida, es como estar hablando con muchas personas y sentirse solo, es vivir rodeado de comodidades y sentirse solo, es estar en medio de la fama y sentise solo, es conseguir sus metas y sentirse solo.
Descubro entonces que este blog pareciera también estar demasiado desolado, siempre estar en una reflexión que tiende a la melancolía, y también me doy cuenta que fuera de este ciberespacio no soy así. Sí, reflexiono, pero no siempre me siento triste ni deprimido, frustrado ni solo. Hay veces, incluso, que soy demasiado feliz rodeado de personas a quienes amo. Pero también me doy cuenta que mi actitud hacia mi interior es de una soledad tan grande que pareciera al borde del suicidio.
Volteo y observo a mi esposa, a mis padres, a mi hermana, a mis sobrinos, a mis amigos, a los compañeros de trabajo con quienes río y platico y comparto muchas cosas.
Y no sé si esa soledad de la que hablamos es únicamente un reflejo de una adolescencia nunca vivida por completo.
Me explico. Nuestros padres fueron rebeldes contra el gobierno, contra las injusticias, contra cierto personaje; nuestros hermanos mayores se rebelaron a la moda, a las tendencias culturales y sociales, pero nosotros no hemos podido rebelarnos a nada. Se nos dio un mundo hecho a la medida y cuando tuvimos nuestras necesidades básicas resueltas (sobre todo gracias al bolsillo de nuestros padres) nos convertimos en consumidores que tras la orgía del consumo nos quedamos con un sentimiento de vacío. Es decir, tenemos muchas cosas alrededor, pero no hallamos de qué quejarnos, recurrimos a la soledad como una forma de protesta, aunque en realidad no seamos personas solitarias.
Digo, imagino que mi padre también camino sin acompañantes una noche por la ciudad, o que mamá de repente se quedaba en silencio en su casa vacía, o que mi hermana en cierto momento no halló quién la comprendiera, pero no por eso hicieron de la soledad un estandarte.
Nosotros, los de ahora, nos sentimos solos, ¿pero realmente lo estamos o es que no hallamos un mejor pretexto para escupirle al mundo que nos ha dado todo y aún así estamos insatisfechos?

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