martes, 30 de octubre de 2007

2. La vida va

Fade in: Entra "Hoy puede ser un gran día" de Joan Manuel Serrat. Baja música a tercer plano.

Yo: Lo imagino sentado a la mesa, con una camisa a cuadros rojos y amarillos, y con un pantalón de gabardina; con sus ojos azules a la Frank Sinatra vagando por los lomos de los libros de Gabriel García Márquez. Tiene frente a sí la hoja en blanco embonada en su Remington (es un periodista de la vieja guardia) y en un estéreo se escucha una canción en catalán.
A pesar de tener que escribir su columna, en realidad está pensando en su amigo "El Greñas", el de la secundaria Adolfo López Mateos, de su natal Toluca. Recuerda que la mamá del Greñas, Doña Panchita le preparaba unas tortas de chorizo con salsa verde que los grandulones (entre ellos él, el periodista) le arrebataban a la hora del recreo: "Qué ricas las tortas de Doña Panchita" y se sonroja al sentirse un poco como Carlitos, el personaje de Las Batallas en el Desierto.
Fuma un cigarro una y otra vez como si de tabaco le fuera a llegar la inspiración. Lo coloca sobre un cenicero cuando la musa ha llegado a su mente, pero en ese instante, contundente, con fuerza descomunal, con el efecto que sólo los brasileños le pueden dar, pasa un balón sobre sus hombros, tira el cenicero (y el cigarro), mancha la hoja sobre la máquina de escribir y él, Guillermo Ochoa, voltea a mirar a su nieto con una furia que le desborda los ojos.
—¡Chamaco! —suelta con esa mirada bondadosa de abuelo y de buen hombre —No te he dicho mil veces que me avises antes de disparar un balonazo, ¿si no para cuándo quiero mi playera de los Diablos Rojos?...
Y entonces, sin advertir que la vida continúa, que la vida va, se calza unos guantes imaginarios y se coloca entre un sillón y una mesa, abre las piernas y reta a su nieto a volver a tirar, que para eso él es Guillermo Ochoa, homónimo del mejor portero del futbol mexicano, Guillermo Ochoa el candidato a ganar el Balón de Oro. Ya después escribirá su columna...

Sube música a primer plano, dejando que Serrat cante y cante, mientras Guillermo Ochoa, con sus anécdotas diarias, con su sabiduría de viejo parlanchín, con su optimismo ácido, se pierde en mis oídos, con la esperanza de que Hoy puede ser un gran día...

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