lunes, 27 de agosto de 2007

Leyendo una revista, me topo con una historia:

Un hombre busca reconciliarse consigo mismo e intenta cambiar; deja lo que considera vicios y pone una nueva cara a cada día; intenta ser mejor y cuando no salen las cosas piensa: "hice lo que pude, pero el esfuerzo debe ser mayor".
Y así, fracaso, tras fracaso. Hasta que se cuestiona si ese es el camino a seguir. Tal vez a Dios, la Vida, el Destino, no le gusta el ascetismo, los mártires, los santos; sino los hombres que dudan, que gritan, que maldicen...
De inmediato, en un arranque de coraje, decide volver a la vida anterior, donde si no era por completo feliz, tampoco se sentía tan desanimado.
Va a comprar unos cigarros, piensa en fumar uno en cuanto pueda, pero en ese instante reflexiona: "¿y si todo esto que me pasa es la prueba definitiva que me pone la Vida, el Destino, Dios?"
Acaricia los cigarros entre sus manos y alza la cara al cielo exigiendo una respuesta.

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