miércoles, 25 de julio de 2007

Rosita de olivo

Recuerdo que estábamos en el Mercado Juárez, comiendo con "El Pez", habrá sido por julio o agosto de hace 11 años. Mi papá de repente vio a unos "querreques" y los hizo ir a donde estábamos. Mamá, conocedora de este tipo de bromas de mi papá (sólo les hacía relatar su repertorio y luego no les pedía ninguna canción), no se inmutó.
Sin embargo, ese día, quizá porque estábamos tristes o porque necesitábamos escuchar música para dejar un momento las añoranzas, mi papá preguntó:
-¿Se saben "rosita de olivo"?
Y los querreques comenzaron a tocar, mientras el rubor se hacía presente incluso en el alma de mamá, que para ese momento ya olía a cerveza.
Estábamos tristes y no sólo eso, sino que cada palabra, cada frase, se refería a mi hermana, quien se había casado unas semanas antes. Y no es que nos entristeciera la boda, sino el saber que quince días después ella no llegaría a casa procedente de Querétaro, y que ya no llamaría por las noches desde un teléfono público, cerca de los tacos del Jimmy.
A veces, en ese tiempo, yo llegaba a casa y mis papás estaban en la sala, tomando un vodka, un bloody mary, fumando más de lo normal, con los ojos llorosos... Y siempre el nombre de mi hermana salía a relucir, y había preguntas, y recuerdos, y nostalgias, y tristezas...
Sé que cada quien recuerda el pasado según lo quiere, y que seguramente mi hermana hallará otras explicaciones a los llantos y preguntas, sin embargo, sé que está equivocada... A la familia nos dolió mucho no que se casara, sino saber que el siguiente sábado ya no iba a regresar.
En aquel momento pensé que ella era la consentida y por eso la actitud de mis padres, pero cuando seis años después me casé y un día regresé a casa y encontré mi habitación muy vacía, supe que no era una cuestión de consentidos o no.
Mi abuelita, quien siempre sabe decir un poco más de lo que conviene, reafirmó mi idea: me dijo que días después de mi boda, mi mamá había malbaratado todas "mis" cosas en una supuesta venta de garage.
No quise decirle nada a mis padres, ni he comentado jamás el asunto, pero hace unos días, cuando en la casa escuchaba a los Tigres del Norte cantar "rosita de olivo", de momento viajé hasta el Mercado Juárez, en Pachuca, y sentí ganas de llorar...
Aún extraño la presencia de mi hermana.

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