jueves, 21 de junio de 2007

Pech

Cuando observo el cielo azul, con muchas nubes, pienso en ella. Tal vez se deba a que muchas veces platicamos recostados en el pasto, detrás de los edificios de la Facultad de Ciencias Políticas, en alguna jardinera.

Entonces, hablábamos poco de literatura y mucho de amor, de dientes azules o de vladimires.

Ella vestía de negro, su voz era capaz de asustar cualquier tímpano y siempre me cuestionaba.

A veces comíamos juntos, otras tantas sólo nos recostábamos a esperar que pasara el tiempo. Era una relación extraña, casi la de dos hermanos que entreven una posibilidad de incesto, aunque nunca lo aceptamos.

Luego vino la etapa de las borracheras, cuando la plática se circunscribía a dos personas, a proyectos que en un futuro realizaríamos. Me hablaba de poesía y me descubrió a Francisco Hinojosa. Yo, creo, en aquellos tiempos andaba volando con Oliverio Girondo, Efraín Huerta y Mario Benedetti.

Así, después de tomarnos una cerveza, de continuar una borrachera con caribes cooler, la acompañaba al Metro y nos despedíamos en los torniquetes. Tiempo después me enteré que algunas ocasiones, a consecuencia del alcohol, se perdió y llegó a su casa muy tarde. Yo jamás le confesé que me iba a un parque a dar vueltas y más vueltas caminando, procurando llegar lo más sobrio posible a la casa donde me alquilaban una recámara.

Así, nuestra amistad era casi la de dos machos que se unen para emborracharse y hablar de sus desamores.

Sin embargo, creo que si los años no han logrado separarnos, no se debe tanto a lo que vivimos, sino a lo no dicho, a lo disfrutado. Pienso que nuestra amistad no está basada en palabras, ni en abrazos o confidencias; sino en el cielo visto desde una jardinera, un gesto cómplice, sonrisas...

No lo sé muy bien, pero hoy que recibí una llamada de su parte me alegré mucho. Por ello, volteé la cabeza hacia arriba y sí, ahí estaba: un cielo muy azul atravesado por muchas nubes. Entonces casi pude escuchar a Pech interrogándome sobre el significado del amor.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hablas de Fabiola Pech???
Aquella niña agradable amiga de Ludmila???

Si es ella, salúdala de mi parte, hace poco me acordaba de ella y de Miguel Boada. De sus voces un tanto fuera de lo común y de su alegría constante. Fabiola es de las personas que con solo decir una frase te hace reir a carcajadas.

MR.

MR