lunes, 9 de abril de 2007

Uno recuerda la vida según la vivió, no como realmente ocurrió...

Es curioso cómo nos recuerda la gente. A mi tía, por ejemplo, la recuerdo sirviéndome lentejas con plátano tabasco rebanado. Ella, según me dijo, tiene la imagen de un niño con una piedra en la mano dispuesto a apedrear a un soldado romano quien golpea a Cristo. De Lucha recuerdo que nos daba té de canela con leche Nido y que me sabía a licuado de fresa, sin embargo mi prima dice que más bien sabía a canela con leche, no más, que tal vez el sabor que tengo en la mente se deba al color de la bebida. Al esposo de mi tía lo recuerdo contando anécdotas escatológicas vomitivas, él, por su parte, se acuerda de un niño quien compartía su gusto por el agua de plátano tabasco (sus hijos dicen que esa agua parece pus y sabe asquerosa, yo me acuerdo que con hielos me sabía deliciosa)...
Y así continuan las añoranzas: mi primo ayudándome a despachar verduras en el puesto (él presume haber trabajdo desde niño), a mi prima (la de mi edad) con un pastel de papel en una representación en el kínder (ella dice que siempre se encargo de cuidar a su hermana menor), a mi papá escondiendo las bolsas del mandado de mi tía, a mi prima la mayor jugando a la ouija, a la que le sigue de edad retratada frente a un pastel, a mi primo el menor chimuelo por completo y con un pie enyesado a las afueras de una de las casas que ha rentado Lucha, a la menor en brazo de su hermana...
Pero ellos, ¿cómo me recuerdan? ¿seguiré siendo aquel niño con el ojo parchado, aquel que acompañaba a Lucha en la procesión del silencio, el que había sido adoptado por su tía, el que se bañaba junto con Chinto en el baño del boiler de leña, el que se cayó en una fuente del parque Hidalgo?
No lo sé, pero la comida de hace unos días en casa de mi tía, donde las platicas giraron en torno de la comida, en donde probamos nieve de zanahoria y jícama, en donde mi tío me regaló un libro que considera "su tesoro", y mis primos me compartieron sus recuerdos, hicieron que esta Semana Santa fuera completamente feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo te recuerdo con tu carita de inocencia, llegando por primera vez a la Uni con bolso de mano, zapatos de piso, un peinado de niño del Colegio Regina -raya al lado y embadurnado con harto limón-; luego cuando tengo que verte a través del tiempo, te veo jugando luchitas en los pasillos de la Uni aunque ahí también estaba el Kenyi, César, Témoc y yo; luego, tirado en las áreas verdes de la Uni fajando y chupando caguamas; finalmente, en un Sangron´s con todas las de la ley para decir este es un hombre de familia :)
A mi me quedan sólo unos años de vida, 4 para ser exactos, moriré como los inmortales Jesucristo, Kurt Cabain, Joplin, etc.... El mundo no olvidará mi "belleza", jaja, estúpido de mí, nada pasará el mundo sigue.
Ró.