miércoles, 28 de marzo de 2007

Juanjo

Imagino que la foto quedó impresa así: a contraluz sobre una fuente un hombre orina. Hay un poco de neblina y la noche cae de lleno en una calle cualquiera de Guanajuato. El que está sobre la fuente soy yo y el fotógrafo es Juanjo.
Para esas horas de la madrugada (precisar sería riesgoso y seguramente una mentira) dentro de nuestro cuerpo había desde cerveza hasta tequila, pasando por whiky, ron y vodka. Habíamos brindado con el cantinero por varias mujeres y José Alfredo Jiménez, Arjona, José José, Fito Páez y Los Red Hot Chilli Pepers nos habían hecho compañía.
Antes habíamos caminado en busca de alguna aventura, intentado unirnos a una callejoneada, entrar a una discotec persiguiendo a dos turistas mexicanas y fracasado en todo ello. Sin embargo, éramos jóvenes y estábamos ebrios y felices. "Teníamos la negra plata de los veinte años"...
La aventura había comenzado días antes, cuando en el vocho recorrimos muchos kilómetros, cuando llegamos a Querétaro y descubrimos que alguien había violado la cerradura de la casa de mis padres, cuando el coche comenzó a tirar aceite y a echar humo negro, pero eso qué importaba, estábamos juntos y pensábamos hacer de ese viaje una road movie, al estilo "Thelma y Louis".
Recuerdo que conseguimos un cuarto en una casa de huéspedes: dos camas, televisión a color y baño. Las cervezas, los libros y las citas literarias las pusimos nosotros. Proyectábamos aún ese libro en conjunto o millones de cadáveres exquisitos, imaginábamos metáforas, nos llenábamos de historias y de vez en cuando llorábamos por las dos mujeres que nos habían abandonado.
En ese entonces aún no conocíamos a Roberto Bolaño ni a Javier Cercas, tampoco a Peter Stamm o Paul Auster; aún no sabíamos lo que era ganarse el dinero y mucho menos pensábamos en obligaciones o responsabilidades.
Fue un viaje que sólo tuvo como testigo una cámara fotográfica, creo que algunos garabatos en unas servilletas y una foto a media madrugada.
Luego vinieron los adioses, las distancias y ese involucrarse en la vida hasta las rodillas, olvidando los sueños, los amigos y los momentos compartidos...
Entonces, después de aquel "Final inesperado", sólo nos volvimos a ver por coincidencia o en dos o tres eventos importantes (su cumpleaños, cuando me presentó a su nueva novia, mi boda).
Hace unos días fue su cumpleaños y como siempre ha sucedido, lo olvidé. Estoy seguro que él no le da mucha importancia, pues sabe que acá, en la UNAM, viajando en el vocho, tiene a un amigo que cuando lo vea le dira: "como decíamos ayer"...
Y ambos reiremos al reconocer la cita literaria...

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