Mamá ha salido del quirófano. Después de tres horas en recuperación, una camilla la lleva hasta la habitación. La instalan nuevamente en la cama 311. Entre sueños, abre los ojos y me mira. Con esfuerzo alza el brazo y me acaricia el cabello.
Mi abuelita, quien desde la mañana ha estado pendiente, se coloca del otro lado de la cama, mira a su hija y tal vez intenta recordar cuántas veces más se ha repetido esa escena. Papá, sin muestras de cansancio físico o mental, envuelve a mamá con sábanas, la cobija con un chal.
Luego, él se va a casa a comer, me pide lo acompañe, pero ya he comido y quiero aprovechar el poco tiempo que estaré en Pachuca al lado de mamá, quien en esos momentos comienza a quejarse: la anestecia está acabándose.
Llega mi tía, platica brevemente con su hermana y le da ánimos. Yo, al lado de la cama, sólo contemplo esa forma en que los labios resecos de mi madre tratan de comunicarse, de hacernos saber que está cansada, pero que todo salió bien. Más tarde, mi tía se despide y me da un fuerte abrazo. En ese momento siento la necesidad de darle las gracias por su gesto de afecto.
Ya pasadas unas horas, mi abuelita se acerca a mí, me mira sentado al lado de mamá, que afortunadamente duerme, me toma los hombros y aprieta sus manos: "estás cansado y yo no sé dar masajes". Sonrío.
A las 6:30 papá llega de casa, camina rápido, enérgico. Me estrecha la mano y me da las gracias por haber ido ese par de horas a ver a mi mamá. Yo, con dolor de espaldas y de hombros, me encamino al carro y estoy a punto de llorar.
¿Acaso era a mí a quien debían consolar, dar ánimos? ¿Cómo me ve mi familia que me acarician el cabello, me abrazan, me quieren dar masajes aún cuando estoy junto a mamá, quien ha sido operada y se queja constantemente?
Tal vez en el fondo el gesto de mi abuelita es la respuesta, ese ver a su hija en cama, sobarle las piernas, procurarle que no le dé frío, tomarle las manos y acariciarlas...
Sin duda, los padres nunca dejarán de preocuparse por sus hijos, así sean los primeros quienes realmente cargan los problemas. O a lo mejor es que los hijos aún no les hemos podido dar a entender que a veces, mayormente estando lejos de casa, quienes importan y nos preocupan son precisamente ellos (y que nosotros, y nuestros problemas, hemos pasado a un segundo plano).
2 comentarios:
Amigo mío, lamento que hayas tenido que pasar por esa preocupación, pero por otra parte me da gusto que tu mamá esté muy bien. Cuídala mucho y trata de darle confianza de que aunque ella esté en cama túsabes cuidarte solo. Aunque por experiencia te digo que las mamás, somos preocuponas de facto (la mayoría) y auque no nos sintamos bien, antes que nosotras mismas estás el bienestar de nuestros hijos.
Sabés? Mañana pasaré por un proceso similar, operan a mi papá de su brazo y aunque es una cirugía menor no deja de ser cirugía.
Ya te contaré después que todo salió bien (dicen que si eres optimista desde un principio las cosas salen con el ánimo con el que las deseas).
Cuídate mucho y unbeso a tu mami.
MR.
Gracias por tus palabras de aliento...
Sé que seguramente todo salió bien con tu papá...
Y espero que pronto nos encontremos (en el blog, en un mail o donde sea)...
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