martes, 20 de marzo de 2007

Ciclo gastronómico

Uno de los personajes de Héctor Aguilar Camín en "Morir en el Golfo" un día toma un café con sabor a infancia. Algo parecido, me ocurrió ayer.
Regresábamos del trabajo de mi esposa y veníamos desmayándonos del hambre. Circulábamos por Revolución y me acordé que siempre que puede, mientras reporta el tráfico, Lalo Salazar recomienda los tacos de El borrego viudo. Así que lo consulté con ella y decidimos atracarnos (a pesar de que durante varios días nos hemos "alimentado" de tacos) una vez más.
La primera sorpresa fue que uno puede comer en su carro, tal como si fuera uno de esos viejos cines de la época de Vaselina. Apenas se apaga el carro, un mesero se acerca y ofrece sus servicios. Sin embargo, por un accidente que no vale la pena contar, no quise comer dentro del vocho.
Bajamos a la taquería y observamos sus paredes color verde quirófano, los precios y tipos de tacos pintados en una de ellas, un pequeño altar a la virgen de Guadalupe, y mesas de esas pequeñas, cuyos bancos también son pequeños.
Resumamos entonces, era una típica taquería de los años 80.
De tomar había coca, refresco de piña, de limón y tepache. No ordené tepache temiendo que mi esposa no quisiera besarmen después...
Pedí un taco de lengua, cuatro de suadero y, en una segunda ronda, 3 tacos de al pastor.
Tengo que confesar, a riesgo de parecer cursi, que casi lloré cuando me llevaron los tacos al pastor: no tenían ni cilantro, ni cebolla cruda picada, ni piña y mucho menos salsa roja, sino que simplemente era la tortilla con la carne y salsa de chile (creo que) chipotle: tal como los comía en Pachuca en mi infancia, antes que el taco al pastor estilo DF invadiera aquellos lares.
Me acordé de los tacos al pastor cerca de la compañía de luz, de las tortas de huevo con salchica que vendían y de las noches en que iba junto con mis papás y mi hermana; de las mesas de lámina que prestaba la Corona, de la forma cómo enrollaban esos tacos, de mi infancia...
Luego mi recuerdo voló hasta la adolescencia, en la calle de Cuauhtémoc, donde llegaba con mis amigos a llenarnos de tacos al pastor, pues eran baratos y muy ricos...
Después recordé cuando iba a los tacos frente al Hospital General, cerca de la casa de La Popis, ya casi en los últimos tiempos con mis amigos y en medio de la madrugada, cuando con el espíritu lleno de alcohol nos reíamos de que algunos granaderos nos hubieran perseguido, de la chava con braquetes que El Catrín se había ligado, de cómo había bailado en aquella ocasión el Erbey...
En fin, puedo decir un poco por imitar a Aguilar Camín que ayer los tacos de pastor de El borrego viudo tuvieron un sabor a infanica, pero también a adolesencia, a Pachuca, a amistad, a los tiempos que hoy me contento con sólo recordarlos...

2 comentarios:

lu dijo...

eso si que fue ilustrativo!!
no debiste temer por el tepache.
Y qué me dices de mi torta de huevo con sabor a infancia? Ves que si es posible.

Besos voladores

mangelacosta dijo...

Como siempre me pasa contigo, me has dejado sin palabras. Mil besos...