miércoles, 14 de febrero de 2007

De peluquerías

Ayer, en San Ángel, en un puesto de revistas viejas, vi un ejemplar de El zorro y el cuervo (una historieta de aventuras muy al estilo del Coyote y el Correcaminos). Fue de rápido, como si hubiera tenido una flashazo que me hizo viajar hasta Pachuca. En aquel entonces iba a la peluquería con Don Lorenzo, un hombre que siempre me dio la impresión de TinTan en sus últimas películas. Llegaba y esperaba algunos minutos a que él terminara de rapar a un joven o que dejara casi pelón a un soldado. Luego, ya de tarde, no faltaba que llegara alguno de sus amigos y comenzaran a tomar. De la parte trasera de la peluquería sacaba una anforita y unos vasos jaiboleros y comenzaba una tertulia en la que salían a relucir las revistas escondidas debajo de algún sillón o un bulto de periódico.
Yo, que para esos momentos ya dudaba en cortarme el cabello (temía que en medio de una borrachera me rebanara una oreja), buscaba rápido entre las Lágrimas y Risas, Archie, Capulinita, El Zorro y el cuervo, Wendi o un Chabelito y procuraba que mi lectura me sacara de aquel lugar. Entonces, como si don Lorenzo lo adivinara, me llamaba hasta el sillón, ponía una tabla que me hacía más alto y delante de mí, como queriendo que la tomara, deslizaba una revista pornográfica.
En aquel tiempo, tendría seis o siete años, volteaba la vista y me sonrojaba, no tanto por la revista, sino por no poderla ver (temía que el peluquero le contará a mi papá).
Tiempo después, quizá porque mi papá fue víctima de un mal corte provocado por una borrachera de don Lorenzo, dejamos de acudir. Deambulé por estéticas, los antiguos "salones de belleza" y creo que incluso muchas veces estuve tentado a volver con don Lorenzo. Después descubrí a Chucho (quien me platicaba sus amoríos con prostitutas de Veracruz) y a un viejito de quien nunca supe el nombre (él platicaba de los viejos tiempos, de Copilco antes de que inauguraran Ciudad Universitaria).
Hoy, de vez en cuando, sólo cuando es absolutamente necesario, acudo con el hijo de ese viejito (quien me cuenta sobre automóviles y sus orígenes, sobre nazis y su relación con los volkswagen)... Lamentablemente, ahí no hay pláticas bien contadas, ni revistas como las de mi infancia, sino sólo TV Notas...

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