domingo, 20 de febrero de 2011

El primer ensayo de contenido social (con muchas faltas ortográficas).
Karina, el primer cuento, el miedo a que mis padres lo leyeran. Agustín Ramos (mi vecino).
Las gorditas en Los parados los viernes por las noches.
Teresa Dey, El Che, las hermanas Balderas, el vividor del presupuesto, la enamorada de la bohemia. Serrat y Fernando Delgadillo. Guadalupe Loaeza, Germán Dehesa, Jordi Soler.
Un hotel de putas, en el centro de Pachuca, donde rompimos una cama.
La muchacha que dijo odiarme (frente a mi novia) porque me había acostado con una mujer vieja y fea (rumor).
Los borradores de historias que reflejaban mis traumas (maximizados e inventados).
La escuela de la SOGEM. Juan José, Pedro, Aida, José Agustín, Rodrigo, la mariguana, las caguamas, la Congelada de Uva queriendo que la violáramos, la huida, el dealer. Sabina, Aute, Draco Rosa.
Los Delicados, Los Marlboro, Los Lucky Strike, Los Viceroy, Las Alitas.
Las noches de whisky, de ron, de pulque. Efraín Huerta y "Amor patria mía".
Las huidas de los judiciales, el vocho de noche, Marco, Frida, Erbey, Selene, Pamela, David, Armando, Shakira y Alejandro Sanz. La hermandad.
La facultad de Ciencias Políticas y Sociales, los amigos, las borracheras, los bailes, los amores, las malas pasadas. La soledad en medio de esta ciudad sobrepoblada.
Copilco, San Ángel, la Narvarte, Isabel la católica, Tepito, La Merced, La casa del lago.
Los camiones y las carreteras de noche, Veracruz, Tepoztlán, Tepozotlán, Querétaro.
Luisa, la boda, la hambruna de libros, la carencia de imaginación.
Las "Andanzas nocturnas", Lona, Trejo, Gandhi, las caminatas interminables, mis dudas sobre la existencia real de mi amiga.
Un enojo con Luisa, el germen de una historia que terminaría siendo otra.
La casa del lago, Janik, Jorge, Gaby, Joel, Sada, el amante del vino que se enojó cuando nos burlamos de su personaje, el joven que huyo cuando le dijeron que escribía guiones y no "literatura". Paul Auster y Guimaraes Rosa.
Las noches en el balcón, las dudas recurrentes, el tiempo perdido ante la hoja en blanco de la computadora. Sabina, Nos sobran los motivos, Café Tacuba, Fernando Delgadillo. José Emilio Pacheco y Tario.
Los recuerdos, el hambre de pasado, las invenciones sobre mi vida.
La desaparición de un fantasma, su regreso constante, el hartazgo ante la falta de evidencias.
Una plática en el centro masón, kozameh, su invitación y la FLM.
Luisa y los helados Santa Clara, los de triple chocolate, las caminatas por el Centro Histórico en que empezaba hablando de libros y ella terminaba contándome historias.
La noche en que me senté sobre Reforma, con ganas de un cigarro, masticando un chicle de menta (porque ya no fumaba), y le hablé a Luisa y a Juan José: les dije que me iban a publicar.
El largo año en que guardé silencio, las supersticiones, las primeras correcciones y el nacimiento de Efraín. El Negro y Caps Lock, la entrada al mundo digital. Roa Bastos.
El día que, tras firmar el contrato, fui a comer gorditas del callejón del 48 (y me encontré al joven que escribía guiones, ahora con un traje gastado de burócrata, sin sonreir).
Las noches en que soñé con esto. Las madrugadas en que revisaba libros y decidía si eran publicables o no. La pesadilla de la guillotina que yo accionaba y que a mí mismo me cortaba la cabeza.
El "ahora sí ya puedes decirlo" y el nacimiento de Hijo de hombre.
La madrugada en que amanecí sin voz, con la garganta pegada, la mañana con dolor de cabeza, la enfermedad del bebé, el recorrer la ciudad en tres horas, el ver a Toño, la portada verde y los nervios que no me abandonaron durante la caminata por Donceles, por Allende, en el Metro, en el Tren Ligero, en el micro, en el taxi, al entrar a casa, en sacar de la mochila Hijo de hombre y entregárselo a quien le pertenece: a Luisa.
Todo eso, todo, fue necesario para que esta mañana de domingo retomara el blog, escribiera un poco, y tratara de aligerar el pensamiento antes de escribir el texto que habré de leer durante la presentación de mi novela, el próximo sábado 26 de febrero, a las 20:00 hrs, en el Salón Manuel Tolsá, en la XXXII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (justo como en el sueño), a la que estoy invitándolos.
Ahí los espero.

3 comentarios:

JJ dijo...

Hermano, te lo mereces, por todo lo que has trabajado para conseguir esto. Felicidades nuevamente, una y otra vez.
Ahí nos vemos.
Te mando un abrazo fraternal, aunque suene redundante :D

Rogelio Pineda Rojas dijo...

Felicidades, Miguel. Nos vemos por allá. Llevaré a mucha gente para que te duela la mano de tanto dar autógrafos. Meteré de contrabando un pomo (de puerta).
Un abrazo.

mangelacosta dijo...

Juanjo: Gracias por haber conservado el secreto y por todo el apoyo que has representado en estos años. El abrazo, lo sabes, es correspondido.
Roger: Ahí nos vemos. Lo mejor de todo será tener juntos a todos los grandes amigos. El pomo (el de alcohol) después nos lo beberemos (pretextos no faltarán). Abrazos.