jueves, 17 de junio de 2010

Mi abuela solía sacar su colchón a su patio (lo hacía los fines de semana que los nietos nos quedábamos en su casa). Lo dejaba asolearse y después le pegaba con una escoba. Entonces yo no sabía por qué lo hacía. Hoy incluso nunca se lo he preguntado.
Mal recuerdo que las noches que dormíamos a su lado, soñaba con pequeños reyes derrotando gigantes, o con sirenas o con perros que salvaban a sus dueños de terribles problemas. Es decir, no tenía pesadillas.
Hoy he recordado esa imagen: el colchón rodeado por cubetas que servían de macetas, junto a esas plantas medicinales o metafóricas: espina de Cristo, chisme, teléfono, vapourub, malayerba, rosa de Castilla, ruda, hierba de san Juan... Lo he recordado y he pensado en ese rito como una especie de salvación. ¿Por qué? Porque durante varias noches mi esposa ha tenido pesadillas: despierta sudada y con la respiración agitada.
Hasta hace unos meses era yo quien me levantaba en medio de un susto, rodeado de oscuridad y con jadeos que despertaban a mi esposa. A veces, cuando la pesadilla era paralizante, lo único que lograba mover eran los labios que susurraban una oración, siempre la misma: el Padre Nuestro.
Ella sueña cosas muy lógicas, narraciones que tal vez reconstruya cuando despierta. Son fiestas o comidas o reunines con su familia. En ocasiones, mientras duerme, es fácil escucharla hablar, sonreír. Sin embargo, ahora se agita "como una luna en el agua" y casi puede presentir el gesto que anticipará su despertar caótico. Sueña sangre, chillidos, lamentos, monstruos.
Podía imaginar que una pareja termina por parecerse en muchas cosas, pero jamás pensé que pudiera contagiarle mis pesadillas. Espero que nunca llegue a una de las mías.
Por eso, pienso que si hubiera un poco de sol, me atrevería a sacar nuestro colchón al patio, dejarlo que se llene de sol, que evapore nuestros sudores nocturnos; rodearlo de nuestras plantas medicinales y a lo mejor así, como creo que hacía la abuela, evitar que tengamos pesadillas en las noches.

2 comentarios:

Rogelio Pineda Rojas dijo...

Sólo sabía la táctica de girarlo cada tanto tiempo para que no se deformara. Esas abuelas eran tan místicas que, después de leer esto, eché de menos a la mía. Ella creía que las tijeras bajo la almohada de una mujer embarazada, ahuyentaba toda una caterva de espíritus maliciosos. Saludos.

mangelacosta dijo...

txt:::nauta: "Tijeras bajo la almohada", además de buen título para "algo" es un excelente consejo. Pondré unas de punta chata, para que no pase nada. jeje. Ojalá pronto nos veamos. Ya ponle fecha, ¿no?