Durante días he estado ansioso. Sin saber por qué.
Ahora creo que vislumbro una explicación.
quería tanto / ser un poeta maldito / las masas sufriendo / mientras profundo medito // quería tanto / ser un poeta social / rostro quemado / por el aliento de las multitudes // en vez de eso / mírame aquí / poniéndole sal / a esta sopa rala / que mal alcanza para dos
Ayer no fui a clase de francés. Toda la mañana había estado solo en la oficina, con poco trabajo y pensando muchas cosas. A media tarde me sentía triste, con esa tristeza que me da al recordar los tiempos cuando estaba en casa de mis padres, o cuando iba de un lugar a otro pensando en el poeta de cabecera (Girondo, Huerta, Pacheco), añorando encontrarme en el camino alguien que entendiera lo que buscaba...
Pero apenas llegué a casa, todo se transformó, de a poco, no hay que mentir. Desde la sala ya se olían las costillas de puerco en salsa morita con calabzas, se adivinaba la jarra con agua de limón. Mi esposa estaba de cara lavada (quizá como más me gusta) y traía un mandil viejo, pero navideño.
-¿Qué tienes? -preguntó adivinando la respuesta, y apenas dejó que fuera a lavarme las manos, al regresar ya tenía una baraja y la estaba revolviendo.
Jugamos varias partidas de tercias. Sólo una la gané. En la estufa terminaba de cocinarse el guiso, las tortillas se calentaban y las dejábamos tostarse un poco. Un tóper con zanahorias rayadas, con limón y tajín, ya nos esperaba como postre.
-Saqué las cartas para que quitaras la cara que traías -dijo al final de una partida.
-¿Y querías que quitara mi cara jugando algo en donde siempre me ganas?
Rió.
en el fondo / muy allá en el fondo, / nos gustaría / ver nuestros problemas / resueltos por decreto // a partir de esta fecha, / aquella pena sin remedio / se considera nula / y sobre ella, silencio perpetuo // extinguido por ley todo remordimiento / maldito sea aquél que mire hacia atrás, / allá atrás no hay nada, / nada más // pero los problemas no se resuelven / los problemas son de familia numerosa / y los domingos salen todos a pasear / el problema, su señora / y otros pequeños problemitas
Terminé de chuparme los dedos y aún hice una cucharita con el resto de la tortilla para limpiar por completo el plato. Luego me levanté y puse agua a calentar.
-Vamos a tomar café, como en los restoranes.
Y mientras llevábamos nuestras tazas humeantes a la sala, comenzamos a expulgar las plantas, a cambiarles la tierra, a llenarnos las manos de lodo, a empanizarnos la cara con el polvo que levantaba el viento. Al final, cuando las tazas de café se habían vaciado, cuando en la casa de enfrente habían dejado de escuchar a los Tigres del Norte, cuando en la grabadora habían dejado de sonar algunos covers de los Rolling Stones, ella me propuso ver una película.
-¿Entonces ya no vas a trabajar?
Ella negó la cabeza, y propuso que viéramos Johnny and June. De principio me negué, pues bien sé que se acerca mayo, mi cumpleaños, y esa película en especial me hace pensar en muchas cosas ("Dont you know how walk the line?", le pregunta en algún momento June Carter a un borracho y drogado Cash).
Al final cedí, pusimos play aún con la luz del día, y cuando terminó la película yo ya había recordado aquella fiesta en la que terminé muy borracho, el día siguiente en que por la tarde me metí a bañar, apestando; a mi esposa cambiando de canal y encontrando esa misma película y la enorme cruda moral que me invadió por varias semanas.
No podía caer de nuevo, no debía dejar que la melancolía y la depresión comenzaran a habitarme. No en abril.
acuérdense de mí / como de uno / que oía la lluvia / como quien va a misa / como quien duda, mestiza, / entre la pereza y la prisa
Entonces cerré los ojos, por un instante, mientras mi esposa se recostaba a mi lado y respiraba tranquila. Recordé a mis padres, a mis amigos; me vino a la mente cada uno de mis sobrinos y los familiares que este año me han demostrado cuán equivocado estoy en muchas cosas (para bien). Pensé en ver a todas las personas que quiero y mientras hacía un recuento me vino a la mente una canción en especial (In my life). Abracé a mi esposa sin decirle nada, le di un beso, y sin necesidad de apagar la luz, comencé a sonreír. Hay momentos en que uno sabe que ha dado con aquello que tanto buscó.
aun / a la edad / de ya ser / yo mismo // aún / confundo / felicidad / con este nerviosismo
Todos los poemas en cursivas son del libro Aviso a los náufragos, de Paulo Lemiski.
Hace 1 año
4 comentarios:
Te quiero mucho Miguel, entiendo esa melancolía que te invade. Llegaba a mí sin avisar. Platiquemos profundo, en compañía de unas oscuras. De qué fue lo que me hizo vivir en el presente, a no pensar tanto en el ayer, y lo más importante: a estar tranquila. Quizá tu camino sea distinto, pero a veces escuchar historias, ayuda a querer buscar caminos. Mil abrazos.
Pech.
Me parece muy bien la idea de reunirnos, de platicar profundo. ¿Sabes?, comienzo a creer que volver al pasado es la mejor forma de descubrirme. En ocasiones me dicen que me conocen y eso me desconcierta, pues cuando miro dentro de mí, yo mismo me desconozco. Sin embargo, cuando vuelvo atrás, comprendo muchas cosas. Quizá la melancolía viene porque sé que pronto todo eso será una mera anécdota que me ayudó a crecer (quiero creer).
Quizá porque soy un sujeto melancólico de alto octanaje, puedo decirte que comprendo tu estado. En mi caso, la tristeza surge por haber tomado una ruta profesional esquivocada e ir por sus afilados adoquines, que me mutilan la planta de los pies a cada paso. El forzamiento psíquico siempre provoca estados de sofocamiento, cansancio y depresión. Estás intentanto desviar un río con las manos, Miguel. Deja que fluya, que te arrolle. Sólo que antes de permitirlo, repasa tus clases de natación. Atar una soga a un chopo, también sirve, pero, indudablemente, deberás sumergirte en la corriente. Un abrazo.
txt:::nauta, no sé qué decir. Muchas gracias, quizá sea la respuesta más honesta. Te mando un fuerte abrazo. Espero que nos veamos pronto.
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