jueves, 10 de septiembre de 2009

Juan Ramón de la Fuente argumentaba que si cobraban cuotas a los alumnos de la UNAM, el dinero recaudado no implicaría gran parte del presupuesto universitario, es más, no llegaría siquiera al 1% de éste. Entonces, cuando hacía este juego con los números, los reporteros, los analistas, hacían otra pregunta y quedaba resuelto el problema: no al aumento de cuotas en la UNAM.
Ayer, José Narro dijo que la Universidad no aceptaría las "recomendaciones trasnochadas" de los que viven cómodamente fuera del país. Esto en referencia a la OCDE y su propuesta a que las universidades, sus alumnos y el gobierno deben de colaborar en la manuntención de la educación superior.
La UNAM, según un boletín institucional, cuenta con 305 mil alumnos aproximadamente. Si ellos pagaran una cuota de 200 pesos al año, la Universidad recaudaría un total de 61 millones de pesos. Obviamente, como decía De la Fuente, este dinero no equivale siquiera al 1 por ciento de su presupuesto (es decir, un poco más de 200 millones), sin embargo, en algo ayudaría.
Pero, ¿realmente ayuda cuando existe una dependencia encargada de difundir la imagen de la UNAM que gasta un poco más de la mitad de este dinero al año en publicidad?
Estudié en la UNAM y tengo amigos que estudiaban gracias a libros prestados, a los 10 pesos que les servían para ir y regresar a casa, a que ya de repente alguien les invitaba un sandwich. También conozco a muchos que llegaban con carro, con dinero suficiente para comprar chelas y cigarros y que nunca fueron buenos estudiantes. Estigmatizar a los alumnos de la UNAM resulta muy riesgoso, y por eso no me gustaría decir que todos son pobres o todos son ricos. Pero, ¿200 pesos es mucho si se paga una vez al año?
¿No creerá el rector Narro que es preferible tener 61 millones para invertir en educación, difusión de cultura, investigación? ¿Y si este dinero no se despilfarrara en gente como Rosaura Ruiz que mama del presupuesto universitario pero antepone en todos lados su cargo de "Presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias" y no de secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM? ¿Qué hace René Drucker por la Universidad: favorecer a sus amigos perredistas y autoeditarse libros de lujo? ¿Qué hay de los trabajadores de la Biblioteca Central que venden los libros del acervo según su peso? ¿Y de aquellos dizque lectores que los compran? ¿Qué decir de los trabajadores que se duermen en su puesto de trabajo, de quienes según la nómina trabajan casi las 24 horas del día (literal)?
Cuando hablamos del presupuesto nacional decimos: "está bien, vamos a aceptar impuestos siempre y cuando sea eficiente el gobierno, sea transparente", pero cuando se trata de la UNAM (el estereotipo que hemos creado respecto a la UNAM) es mejor dejar a un lado la razón y simplemente decir: Ni un peso atrás.
No será que ya es hora de ser honestos en todos los ámbitos y pedirle cuentas reales a la UNAM (sé que año con año se hacen auditorías a la UNAM, auditorías externas, pero ¿están son 100 por ciento seguras? ¿Cómo es que los auditores no han reparado en que hay trabajadores con plaza y media -10 horas de trabajo, al menos- que cobran además 25 horas extras a la semana -15 horas de trabajo total al día-?)
No sé, el otro día platicaba con mi esposa y llegábamos a la conlcusión de que me he EstebanArceizado, he dejado de ser joven para convertirme en un viejo radical, pero es que a veces simplemente me es imposible dejar de ver las cosas sólo en blanco o negro.
No sé. Como siempre no sé. Pero creo que ha llegado la hora de gastar un poco más en la educación superior y los alumnos están obligados a contribuir con más de 20 centavos al año.

PD. Por cierto, Narro dice que en la Universidad hay 80 mil alumnos con una beca porque no tienen para pagar una carrera. ¿Y los otros 225 mil?, ¿esos tampoco pueden pagar más de 20 centavos?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si te has convertido en un viejo radical, yo también lo soy. Coincido contigo en que los alumnos de la UNAM deberían aportar algo más que 20 centavos. Yo amo a la Universidad, me educó, y por si fuera poco me dio trabajo algunos años. Durante los seis años que fue mi casa jamás aporté únicamente los 20 centavos. Siempre fui consciente de que eso era ridículo. Gracias a todo lo que aprendí en la UNAM, no sólo académicamente hablando, soy quien soy. Detesto esa idea que tienen algunas personas de que todo debe ser gratis. Se trata de un círculo que nos beneficia a todos: el Estado me dio educación, ahora trabajo, el Estado me cobra impuestos por trabajar –bastantes, porque Hacienda se ensaña con quienes sí pagamos impuestos-, de una u otra forma le devuelvo al Estado su inversión y más… Que me perdonen quienes piensan distinto, pero en esta vida nada es gratuito ni tiene por qué serlo. Me enferma ver que quieren despensas gratis, educación gratis, transporte subsidiado. Y por supuesto detesto más pagar impuestos hasta por respirar y que éstos terminen en los bolsillos de medio mundo.

PECH.

Marisol dijo...

La verdad casi lloro cuando acabé de leer. La verdad es que creo que ya crecimos todos, ya nos volvimos viejos y radicales... Si, tienes razón, muchos no tienen ni para el pasaje, la educación al fin de cuentas no es gratuita, los pasajes, las comidas, las copias y un sinfin de etc, pero 200 al año no es demasiado, y si luego se pagan superiores cantidades para otras tonterías, bien valdría la pena invertirlo en una anualidad, un esfuerzo mímimo para lo que la UNAM te da. Ah, pero algo muy muy importante que no mencionas: serían 61 millones, ¿quién va a vigilar que se utilicen correctamente?. Si esos 61 millones no se despilfarran como ahora lo hacen en libros de lujo y publicidad barata el esfuerzo valdría la pena... pero ahí el nuevo problema...
Uno siempre reniega cuando es joven (aún lo somos, pero cada vez somos más viejos que jóvenes, no?) pero al final vemos nuestro pecebre y se nos llenan los ojos de lágrimas por querer regresar ahí, no para acurucarse, sino con cariño a dar las gracias.
Yo me siento profundamente agradecida, las nuevas generaciones de algunas escuelas no tiene ni pies ni cabeza... no diré nombres...
Te mando un abrazo y el café que prometimos ya se enfrió... ah! ya cambié de trabajo =)

Marisol dijo...

Olvidé decir: Yo también ODIO pagar impuestos!!!! y no por pagarlos, sino por todo el robo que hacen de ellos...

mangelacosta dijo...

Al leerlas comprendo por qué algún día nos hicimos amigos. Me da mucho gusto que pasen por aquí y al menos así nos enteremos de cómo van nuestras vidas.
Mari: Siempre hay oportunidades para recalentar el café o para pedir uno más caliente (te escribo en tu correo para ponernos de acuerdo).
Pech: ¿Viejos y radicales? Viejos y radicales. Creo que la única diferencia con nuestros años de Facultad es que ahora aceptamos esos calificativos sin preocuparnos por el qué dirán.