viernes, 4 de septiembre de 2009

Creo que los primeros libros que editan los escritores deberían incluir una autobiografía. Lo pienso después de haber leído la de Guadalupe Nettel y la de Julián Herbert. Digo, si uno leyera después El Huésped o Un mundo infiel, entendería mucho más esos libros, sería más condescendiente con sus autores. Y no es que necesiten que el lector los conozca para comprender sus libros, sino que uno entiende los guiños, los temas recurrentes, la forma cómo y por qué su narrativa va y viene.
Por otra parte, creo que tampoco es bueno, porque uno tiende a identificar lo que pasa en una historia con lo que realmente vivió el autor; tiende a establecer paralelismos. Cómo no ver a Nettel en su personaje caótico, femenino, de El Huésped y ver a la propia autora con un parche en el ojo derecho, cómo no creer que es su propia vida la que narra y no una ficción. Cómo no hallar a Herbert en ese personaje violento (en el lenguaje y físicamente) que nos lleva por su Un mundo infiel.
Al iniciar este post estaba convencido de que los primeros libros publicados nos debrerían proporcionar estas herrramientas, pero ahora ya no lo tengo muy claro. Sería como tratar mejor al compañero de escuela sólo porque sabemos que tiene una enfermedad "x".
Pero por otra parte, porqué no voltear también a la vida de los autores, a saber cómo son, por qué escriben ese tipo de narrativa.
No lo sé... Lo único que sé es que volveré a leer a estos autores. Me han dado ganas de volver a ellos tras leer sus biografías.

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