miércoles, 5 de agosto de 2009

Hace tiempo creía que la literatura nos ha arruinado la vida. Hoy, con el alma de géminis que llevo dentro, siento (casi estoy seguro) que la literatura es la única forma de salvación para algunas personas.
El escritor, desde quien inicia con ese vicio hasta quien ha publicado decenas de libros, recrea en su literatura mundos de desesperación, de alegría, de vindicación de la humanidad, de tristeza, pero en el fondo no hace otra cosa que rescatar las cosas que le interesan (ideas, utopías, sueños). No digo que todas las obras literarias tengan un sustento en la realidad del autor, sino que esa persona que teclea piensa en la manera de hacer que sus ideas se vuelvan "realidad" aunque sea sólo en el papel.
No lo había pensado así hasta ayer, cuando me di cuenta que a veces lo que en la realidad podríamos considerar el mayor vicio (en el ambiente literario, que un amigo escritor termine publicando refritos o sea la mala copia de un escritor reconocido), en la ficción puede ser rescatado e incluso bien visto si el escritor es capaz de rescatar lo bueno de ello (según el ejemplo: que ese amigo escritor pueda vivir de lo que escribe, y además se sienta a gusto con ello).
Lo pienso después de una plática con mi esposa. Discutíamos sobre una película y no lográbamos un acuerdo. Cada quien había visto una película diferente y los hechos que a mí me parecían relevantes en la trama, ella no los había tomado en cuenta (He de decir, sin embargo, que la película que ella me contó que vio me gustó un poco más que la que yo compartí al estar a su lado).
—¿Entonces no le gustó el libro de su amigo? —pregunta ella, refiriéndose a los personajes de la película, sin entender una palabra de lo que le he dicho.
—No, sin embargo no es algo malo, ni siquiera lo es que crea que su amigo es una copia del escritor famoso; no lo es porque al final de su novela lo salva (según yo, la película es la novela leída o contada por el autor). E, irónicamente, señala que los únicos dos autores que valen la pena en ese país son su amigo y aquel a quien imitaba.

Pero no es esto lo que quiero explicar...
Creo que quienes escriben son seres solitarios, personas cuyas amistades suelen navegar en su vida como corchos en agua, sin jamás poderse sumergir por completo; pues la interioridad de los "artistas" está lejos de la comprensión de sus amigos. Por ejemplo, si a un fotógrafo le preguntas: "¿eres fotógrafo?", y es sincero en su respuesta, dirá que lo intenta, que a veces no logra el efecto lumínico adecuado, que en ocasiones sus fotos no son sino imágenes sin historias, nada parecido a los Fotógrafos a quienes admira y tienen libros.
Así, con el escritor pasa lo mismo. Siempre ha de estar peleándose con un signo ortográfico, con una palabra que no termina de convencerlo. Nunca se convence de que es Escritor (a lo mejor se relaja un poco cuando publica su primer, segundo, tercer libro, pero siempre ha de tener la interrogativa de si ya es un Escritor).

Vuelvo al punto:
Uno escribe por salvar, por rescatar del olvido, por permitir que una idea no se quede entre neurona y neurona.
(No lo había pensado así hasta ayer) Quizá por eso me aferro a escribir sobre mis fantasmas, de mis demonios. No, no por salvarme de ellos, por exorcisarlos, como dicen. Sino por rescatarlos a ellos mismos, por dejar que, como los muertos, puedan dejar a los vivos gracias a que han encontrado la paz.

Mis fantasmas deambulan por mi teclado, están ahí sin poder descansar, y me atormenta que esos fantasmas no sean tales y estén en medio de una depresión real, en una clínica psiquiátrica real, en el olvido real (incluso en un olvido premeditado). Por eso regreso siempre a ellos, para tratar de rescatarlos así sea en papel, por no permitir que estén en el olvido, por no querer que ellos sean hombres o mujeres agotados por esta realidad. Pues un personaje literario, pienso, siempre es posible rescatarlo, y es preferible tener un cuento, una novela, una poesía, una obra de teatro con un final falso pero esperanzador, a tener una realidad que se encarga de ganarnos siempre las batallas...

4 comentarios:

JJ dijo...

Difícil comentar algo...
Creo que hablas de una película que quería que fuéramos a ver... Si ambos ya la vimos, repetirlo puede ser interesante, habría que ponernos de acuerdo...
Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola, esa es la gran ventaja de ser escritor, que le puedes dar el final que creas conveniente a tu escrito, y no el que espera el lector.

Excelente post

Anónimo dijo...

sí, en realidad, nunca sabes si ya eres escritor. luego otros dice que sí eres escritor y hasta puedes hacer cosas que se supone, hacen los escritores, como dar charlas, publicar (básicamente), ir a un par de talleres y revisar cuentos de extraños, ir a una librería y saber que por ahí anda un libro tuyo, pero en realidad, creo que, en mi caso, aún no sé si soy escritor y por lo mismo, si escribo lo que tengo que escribir o no... claro, lo hago, pero más con poca certeza y mucho entusiasmo.

A. R.

Anónimo dijo...

Has dado en el clavo querido amigo, yo aún no he podido exorcizar los míos!

MR.