martes, 19 de mayo de 2009

Me sorprende la certeza con que algunas personas opinan. Saben justo lo que quieren, mueven las manos para darle mayor énfasis a sus ideas.
Me inquieta la firmeza con que algunos conocidos cuentan chistes de hace veinte años, sin temor de que nadie ría ante la broma gastada y vuelta a gastar.
Me hace sentir mal que todos tengan las ideas tan claras y yo no; esa seguridad que demuestran en sus palabras, en sus hechos, en sus acciones.
Hoy, por ejemplo, escuché a una mujer en el Pumabús que hablaba acerca de cómo la derecha política mexicana sólo tiene un plan inmediato, mientras la izquierda piensa a futuro y en el bienestar popular. Su escucha movía la cabeza afirmativamente.
Además, un conocido contó un chiste de tan viejo que ha perdido su fuerza y ante la nulidad de risas, sólo lo volvió a explicar, dando a entender que nosotros éramos los tontos que no lo habíamos comprendido.
A veces quisiera tener esa certeza, esa firmeza para exponer mis ideas. Envidio y detesto a esas personas por poseer eso de lo que yo carezco.
Pero, ¿acaso no vale más una duda que una certeza?

Tal vez ha llegado el momento de... y no me he dado cuenta...

2 comentarios:

Ogirdor dijo...

Yo quisiera escribir como tú. ¿Ya te sientes mejor?

Anónimo dijo...

La certeza, vaya palabra, que grande no lo crees, pero, ¿quién tiene realmente la certeza?

Para mi la certeza la conforma la incertidumbre, y la incertidumbre porduce miedo, y el miedo resta libertad.

No permitas ser esclavo de tus miedos, ya que tú bien sabes hacia donde van tus pasos, que aunque sean lentos, son firmes.

Mart