jueves, 5 de marzo de 2009

Apenas salgo de bañarme, me doy cuenta que mis piernas están resecas. Me unto crema y en cuanto termino, me doy cuenta que ahora son mis brazos los que lucen blancuzcos. Aplico nuevamente crema. Me veo en el espejo y la piel de mi cara se ve incluso vieja, por agrietada. Lo mismo sucede en mis manos, en mi cuello, en mis pies, en las plantas de mis pies. No es suficiente la crema ultrahidratante, ni lo constante de las aplicaciones. Tampoco bastan los dos litros de agua que a diario consumo. Los labios los tengo cuarteados. Me estoy secando.
Recuerdo al Gran Pez y me imagino metido en una tina llena de agua, por horas, solo, ahí dentro, sin pensar, únicamente imaginando.
Me estoy secando, repito en voz baja. Necesito agua, agua, agua...

No hay comentarios: