lunes, 23 de febrero de 2009



En el camión trato de pasar el último nivel de esa especie de tetris que contiene el celular. Lo he intentado por horas sin conseguirlo. Mi esposa escucha música mientras tanto. De repente, frente a Cementos, un hombre se sube al camión y algo me hace guardar el celular: pienso en un posible ladrón. Viste tejana negra y vieja, pantalones amplios y una botas cafés que casi piden auxilio. Le dice a un hombre que si va a sentarse lo haga, pues el se va a tardar "un buen rato". Pone en su mano una caja y la abre. Es de madera, 30x15x15cm. Pienso si cabría ahí una pistola, el esculca hasta que con rapidez alza la mano.
Ya en un minuto y medio ha hecho un truco de magia con un huevo y una pañoleta. Ha dicho que es originario de Oaxaca de Juárez y que actualmente vive en Río Frío, cerca de Puebla, por ello lleva esa chamarra tan gruesa.
No sé cuanta gente le preste atención, pero yo voy embobado, como si realmente creya en la magia que está haciendo. Ya después saca una coladera de plástico, de las que se usan en las cocinas, y a la cual le ha pegado un trozo de tela imitando una bolsa de mago. Nos muestra que no hay nada ni de un lado ni del otro, pero las costuras que esconden pequeñas bolsas son más que evidentes.
Mi esposa mira hacia la calle hasta que nota que brinco del asiento: el mago ha sado de esa bolsa mágica un ratón blanco, de cola rosa y ojos rojos y lo ha exhibido a unos centímetros de mi cara. Mi esposa ríe.
Entonces viene lo sabido: pide una moneda, se excusa por la interrupción y lanza bendiciones para todos: "que llegue con bien a su casa, que Dios los bendiga, que tengan un excelente día", etc. A quien le dé una moneda le dará a escoger entre un mazo una carta.
Saco una moneda y le digo que no es necesario lo de la carta, pero él insiste. "Dos de oros: no es mucho dinero pero es una buena carta: Sinceridad, amigo, eso significa". Luego me pide que confíe más en mí y me sonríe. Las siguientes personas deberán sacar varias cartas antes de que él adivine el provenir: "Es una mala carta, mejor saca otra... otra... otra". Una jovencita le da una moneda y el pregunta: "¿Vienes sola? ¿Ningún adulto te acompaña?" Ella niega con la cabeza. "Entonces mejor te la debo, ¿quieres que te regrese tu moneda? Es que no te vaya a dejar "algo" contigo. Y se baja del camión repartiendo más bendiciones,
Pienso en la joven, es ese "algo" que podría haberle dejado, en las cartas y cartas que tuvieron que escoger los demás pasajeros antes de obtener un buen augurio, en las bendiciones que nos dejó al despedirse, en ese dos de oros que me salió.
"Nunca vas a ser rico, pero serás feliz", alguien más me profetizó hace años.
Seguro todo lo que me ha sucedido tiene que ver con esa extrañeza que siento desde que desperté.

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