Frente al departamento donde ahora vivo antes había un durazno que no sólo floraba en primavera, sino en muchos meses del año. Me recordaba, irremediablemente, la ventana de mi recámara, desde donde se veían las flores y los frutos de aquel árbol de mi infancia.
Este durazno, el del lugar donde ahora habito, también ha sucumbido al descuido de los dueños, a los fríos inclementes. Está apunto de desaparecer.
Hoy, cuando caminaba hacia el trabajo volteé hacia la Digección General de CCH y en medio de su gran patio un árbol de durazno floreado y esplendoroso me quitó el mal humor que traía.
Con esa imagen en los ojos, me dispongo a empezar la semana...

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