sábado, 3 de enero de 2009

Año Nuevo lo paso lejos de la familia con la que crecí: de mis padres, mi hermana, mis tíos, mis primos, mis amigos pachuqueños...
Es una noche en que recuerdo muchas cosas: el mercado primero de mayo y sus vendimias, las fiestas interminables en casa de mi tía, las botellas de alcohol que tomaba con una prima, las horas que pasaba en la cocina junto a mamá y mi hermana preparando la cena.
Por lo regular la noche del 31 de diciembre me doy cinco o diez minutos de nostalgia. Enciendo un cigarro y afuera de casa de mis suegros me pongo a fumar.
Este año hice algo diferente: salí a fumar mi cigarro y le llamé a todas las personas que quiero y entonces esa nostalgia se fue convirtiendo en felicidad, en alegría.
El año empezó, ¡qué felicidad!...

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