viernes, 12 de diciembre de 2008

Cuando nos entregaron las fotos de la boda lo primero que hicimos fue guardarlas debajo de la cama: no queríamos siquiera recordar la fecha, ni los ojos llorosos, ni todos lo problemas que ese día enfrentamos.
No nos dimos cuenta que no teníamos acta de matrimonio sino cuando fuimos padrinos de un sobrino y nos pidieron el papel. Al ir al Registro Civil a recoger el acta me dijeron que si no me hubiera presentado ese mes se habrían desecho del papel y no estaríamos legalmente casados.
Procurábamos, incluso, hablar muy poco del tema y hacíamos como si sólo estuviéramos juntos mas no casados.
Algunas veces, platicando con amigos sobre ese día, volvíamos a pelearnos al recordar los malos momentos: la arra que se me perdió, la copa que no se rompió, los llantos de ella, los padrinos que nunca llegaron, los amigos que...
En fin, que los primeros dos años tratamos de olvidarnos de todo lo que nos recordara ese fatídico -melodramáticamente dicho- 14 de diciembre.
Ahora ya más asentados, conociéndonos -quizá- un poco más, despertando juntos, abrazándonos antes de dormir, compartiendo nuestras angustias, nuestras alegrías, no hacemos más que planear nuestro aniversario. Ella insiste en que le diga mi reflexión sobre estos siete años; yo me niego. Ella propone que nos compremos regalos; yo cedo. Ella no quiere acudir a una cita ese día, pero yo la reconvengo.
Así: cediendo, platicando, criticándonos, abrazándonos, llorando, bebiendo, riendo, cantando, leyendo, escribiendo, se nos han ido estos primeros siete años. Siete años en que hemos vencido las apuestas que posiblemente alguien hizo el día de nuestra boda, pues no pensaba que pasáramos de unos meses juntos; en que hemos pensado en rupturas, en reencuentros, pero sobre todo en negociación; en que, como me dijeron, hemos resuelto los grandes problemas y no sólo los hemos dejado pasar.
Hay tres momentos que ahora me vuelven a la mente y que ella comprenderá por qué ahora los rememoro: la caseta de Puebla una tarde fría de diciembre, una noche estrellada de Oaxaca seis años después de nuestra primer visita y una mañana recostados en el bosque leyendo: ella, Confieso que he vivido, y yo, Tiene los cabellos rojizos. Por ahora cierro los ojos y nos sigo viendo en esa foto y escucho una tonada que ella reconocerá, me veo con un traje de sacerdote a media Plaza Satélite...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Felicidades para ambos! Las relaciones son maravillosas, pero nada sencillas.

Fabiola Pech.

Anónimo dijo...

Amigo:

¿Qué te puedo decir? Qué vendrán momentos difíciles, sí. Qué aún te queda mucho por recorrer sí. Pero vale la pena!!!

MR.

Te lo digo por experiencia.

Anónimo dijo...

¡Felicidades!, espero que sean muchos años más juntos y que estén llenos de bendiciones y felicidad.

No cabe duda: el amor existe. El verdadero amor no se compone únicamente de romanticismo y atractivo físico. El amor auténtico es donación sincera y desinteresada al otro, tal como es, incluyendo sus defectos físicos o temperamentales.

Mart.

Ogirdor dijo...

Cómo me gustaría que ST supira español. Me fascinaría traerlo a este rinconcito. Seguramente encontraría nuevas ideas, aleagrías, visiones e inspiraciones.
Cuando pienso en ustedes; pienso en ese día en el que me invitaron a su casa. Pasaron por mí al metro CU. Luego condujisté el vocho. Fue un agradable momento, luego de tantos años de no vernos y saber de nos. De pensar que había muerto y otras tantas más conjeturas.
Luego subir por la escalera rumbo a su depa. Yo vibraba. Sentía su emoción. Estaban contentos, contentísimos. Yo preguntaba y preguntaba. Ustedes alegres respondía, respondían.
Entramos, me mostraron su lugar y sólo podía verles a los dos. Sólo paz y amor. Se comunicaban con los ojos, no necesitaban hablar, habían desarrollado esa conexión mental. Lo intuí. Lo envidié.
Sus proyectos, sus vidas, sus deseos, sus frustraciones, mis preguntas "irreverentes", fluían y sólo mostraban el por qué vos seguís juntos.
Siete años Miguel, siete años. Los mejores de tu vida. Qué no.
Un enorme abrazo para los dos. Que se ve que Dios ha hecho un buen trabajo ahí, con ustedes y lo mejor, ustedes le han dejado.

mangelacosta dijo...

Gracias a todos por sus comentarios, por estar del otro lado y porque en alguna ocasión el destino nos llevó a coincidir.