jueves, 11 de diciembre de 2008

1. Mundo infiel, primer novela de Julian Herbert, me pareció un buen libro: ágil, contundente, entretenido. Sin embargo, la primera parte fue mi preferida: el lenguaje medido, la violencia casi nula, lo que se entrevé suficiente. 

2. Por qué muchos escritores menores de cuarenta años abusan de las groserías, de la violencia, de la pornografía. Dicen que en el primer libro los escritores sacan todos sus fantasmas, sus manías, apuestan a reflejar su mundo. Entonces en ese afán de mostrar con verosimilitud lo que les rodea terminan siendo unos niños malcriados que dicen groserías con tal de provocar, que hablan de sexo con tal de provocar, que escriben violentamente con tal de provocar. Y ya estoy mordiéndome la lengua -he pensado que si un día publican mis cuentos tendré que decirle a mi abuela, a mis padres, a mis familiares: "tal y tal y tal cuento no lo lean, pues atenta contra las buenas conciencias". Así, recuerdo los libros de antes, donde no se decían groserías, donde uno podía hablar de sexo sin ser explícito y, a su vez, me acuerdo de los libros de los "jóvenes autores" mexicanos.

3. Dicen que en el siglo XIX en Inglaterra sólo se publicaban los libros que podían ser leídos en voz alta frente a la familia sentada alrededor de la mesa. De aquellas épocas cuántos libros memorables existen. Hoy, ¿cuántos de los libros que se publican a diario podrían pasar esa prueba?, ¿son mejores por llenarse de esa realidad violenta? ¿de qué escriben entonces quienes hoy inician: secuestros, cabezas abandonadas, narcomantas? 

4. No sé. Mundo infiel me gustó, pero no dejo de pensar que a veces, también los escritores, abusan de la libertad de expresión.

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