domingo, 2 de noviembre de 2008

Sobre el hombro traigo la mochila. Es de noche y estoy cansado. También solo. Paso a Tlalcoligia y compro mandarinas, naranjas, tejocotes, cañas, flores, guayabas. También cargo una bolsa con papel picado y calaveritas de azúcar. No sé si tomar un taxi para llegar a casa. Al final, cuando veo que el camión se acerca, me decido. Sólo son diez minutos de incomodidades.
El camión va lleno, no mucho, pero los asientos están ocupados. Pienso que me veo chistoso con mi mochila colgando, con una bolsa en cada mano y con las flores apenas recargadas en mi brazo -qué bien huelen. Hasta que empiezo a avanzar conforme la gente se baja y siento un pequeño golpe en el hombro -no es agresivo. Volteo y me encuentro con una cara conocida, dura, sin expresión amigable. Es uno de los hermanos Cerezo Contreras, de quien he escrito aquí despectivamente -nunca he comprendido su compromiso social cuando son incapaces de ayudar a sus vecinos.
No dice nada, sólo estira los brazos para ofrecerme ayuda. Acepto. Toma la bolsa más pesada y la coloca sobre sus piernas. Él va sentado. Luego hace por alcanzar la otra bolsa y me deja solo con las flores. No sé qué decirle:
"Sabes, en mi blog he hablado mal de ustedes, sobretodo de tu hermano el mayor, a quien una vez me encontré en... y no fue capaz de...", pero me abstengo.
A las pocas cuadras un asiento se desocupa y lo libero de mis bolsas. Le agradezco y al fin escucho su voz. ¿Qué pensaría si le dijera que algunas veces lo observo a escondidas en la Biblioteca Central, hurgo los títulos de los libros que lee? ¿Qué diría si se enterara que tenemos un amigo en común, quien por cierto lo aprecia mucho? ¿Qué contestaría si le soltara un "espero que tus padres se encuentren bien"?
Cuando bajo del camión me doy cuenta que el Cerezo Contreras de quien he hablado mal va detrás de su hermano. Hablan sobre la liberación de algo, supongo que algo de teoría... Le sonrío sinceramente y su cara, la del menor, vuelve a ser dura, sin expresión amigable.
Al tiempo que escribo, sólo quiero dejar constancia del hecho, pensar que ese joven, quien se la pasa con sus libros de literatura, quien mira detrás de unos lentes, quien publica algunos cuentos de amigos, es uno de los Cerezo Contreras, y que yo he sido injusto al hablar de "los" Cerezo Contreras, cuando sólo me basaba en lo que un día uno de ellos -tal vez dos- dejaron de hacer...

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