miércoles, 20 de febrero de 2008

Ayer sentí ganas de fumar

Apunto estoy de terminar de leer un libro donde el protagonista pude haber sido yo. Por lo mismo, estoy fascinado. Se llama Dos contra uno y a pesar de que soy tan diferente de Edward, sé que en muchas ocasiones pude haber pensado o dicho lo mismo que él.
La otra noche le decía a mi esposa que muchas de las reflexiones de Edward me han llevado a replantearme el propósito de no fumar y no tomar que emprendí así casi un año (bueno, dejé de fumar hace tres), que por eso, en cuanto terminara de leerlo, me fumaría un cigarro y me tomaría una cerveza, o un whisky o un vodka.
Ella se rió (siempre ríe) y no hizo mucho caso del comentario. Sólo dijo que ella no estaría para hacerme compañía, pues era injusto que volviera a fumar y a tomar por un libro y no por las peticiones que ella tantas veces me hizo.
Ayer, que fue un día indescriptible (raro, pesado, triste) varias veces sentí la necesidad de fumar: en la mañana tras un enojo, por la tarde tras una desilusión y por la noche tras el día mismo.
Por eso, cuando llegamos a casa, ella había abierto el balcón, rebusqué en el bolso de mi esposa hasta encontrar sus cigarros. Tomé un Delicado y lo encendí. Luego salí a mirar la ciudad desde mi balcón y esperé a que mi esposa llegara a mi lado (había ido a ponerse la pijama).
Le di tres jalones al cigarro, paladeé su sabor, sentí que mi garganta protestaba, me mareé. Pero también sentí que se había liberado toda la presión que llevaba dentro, que al fin el pecho se había terminado por romper y palpitaba satisfecho, más tranquilo.
Mi esposa llegó y me pasó el brazo por la cintura, le pregunté si quería el cigarro o mejor lo apagaba. Ella me lo quitó de la mano y continuó fumándolo. La ciudad, abajo, estaba llena de luces rojas (supuse que eran semáforos), en silencio, quieta como nunca. El cielo estaba despejado, pero carecía de la majestuosidad que tiene en los lugares a descampado. Detrás de nosotros se escuchaba Out of time, de los Rolling Stones y en ese momento todo parecía perfecto, a pesar de los enojos, de las desilusiones, de ese martes tan largo.
Recordé una escena de Pequeña Miss Sunshine en donde el hermano, al darse cuenta que no podrá realizar su sueño de ser piloto aviador, baja de la combi y grita (como nunca antes) un largo y lastimero ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FFFUUUCCKKK!!!!!!!!!!!!!!!!!
Los padres y el tío, deseperados porque es tarde y no llegarán a la competencia, le piden a la pequeña miss sunshine, Olive, que hable con él. Ella baja por la cuesta y al estar junto al hermano simplemente se pone en cuclillas y lo abraza. Luego, él, Dwayne (si no mal recuerdo), dice está "bien, vámonos"...
Yo, ayer, en el balcón, sentí el abrazo de mi esposa. Miré la ciudad y escuché la música que me gusta y dejé que ella me quitara el cigarro de la mano y dije "está bien, metámonos". Entonces entramos a la sala y sí, ya todo estaba bien...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Levanta la cara, mira al cielo y con todas tus fuerzas grita ¡Chigada madreeeeeeeeee! A veces funciona (sin ofender a las mamacitas of course).

MR.