jueves, 13 de diciembre de 2007

¿Realmente ocurrió?

No le pregunté su nombre porque quise recordarlo como algo soñado.
Mi esposa se había levantado al baño y yo enviaba un mensaje en el celular, cuando alguien a mis espaldas me preguntó de dónde éramos. Del DF, respondí por enésima vez ese día. Algo había en nosotros que nos hacía sospechosos de no ser nativos. "Yo trabajo allá, en el Colegio Nacional, ¿lo conoces?".
Aún no nos servían ni las tlayudas ni el champurrado. Mi esposa aún no regresaba del baño y la noche en Oaxaca comenzaba a hacerse larga (después de una caminata extenuante).
"Soy administrativo", dijo como para presentarse. Y después sentenció que las mejores tlayudas eran las que comeríamos unos minutos después, que a ese lugar llegaban presidentes, gobernadores, artistas. "Las tlayudas de Libres son las originales, calentadas en el carbón, con la mejor carne".
Entonces comenzamos a platicar, de la iglesia presbiteriana y el coro que recién habíamos escuchado: "Cada año interpretan El Mesías, yo pertenecía a ese coro", y "si puedes, compra el CD de Susana Harp, y el de la banda de los niños Mixes, que también ella produjo" y "las conferencias de José Emilio Pacheco en el Colegio fueron extraordinarias, planteó que Fernando del Paso..." y de pronto comienza a recitar un poema de Pacheco, y habla de Miguel León Portilla, y de Francisco Bolívar Zapata, y de ideólogos, de cosutmbres oaxaqueñas, de tiempos pasados (para entonces mi esposa ya come su tlayuda y medio sigue la plática) y quedamos de vernos un día en "México".
Se levanta y por primera vez lo contemplo bien: es bajito, moreno, con sobrepeso, con los pantalones demasiado ajustados en la cintura pero muy flojos en las piernas, y sonríe y sé que es oaxaqueño, que es feliz, que comió bien.
"Las tlayudas estuvieron excelentes, pero la carne... la carne se las quedamos a deber para otra ocasión, hoy estuvo un poco dura", dice y me apena haber pensado que ese tazajo era el mejor que hubiera probado.
Y ya casi saliendo, cuando estira la mano para decir adiós, hago una pregunta para hacer más irreal el encuentro. "¿Por qué se pone de pie la gente cuando cantan el Aleluya, en El Mesías?", y él responde, como si fuera cualquier cosa, con la anécdota de un rey de Inglaterra, de la primera vez que se entonó esa pieza y de cómo cuando aparece El Mesías, el Rey se pone de pie pues no hay más rey, que el rey de los cielos... Y se aleja cantando una fragmento de El Mesías, mientras nosotros volteamos la vista a las tlayudas y comemos, sin decir nada al respecto, pues mi esposa y yo estamos seguros de que a lo mejor no hemos vivido nada de lo que pasamos desde que entramos a las Tlayudas de Libres, pues todo fue tan, tan extraño...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oaxaca, ayy, cuenta más chismes de tu viaje.

Abrazos pre-navideños.


PECH.