martes, 11 de diciembre de 2007


No sé si es un camino, si es sólo la ilusión de un camino, la esperanza de un camino, pero a veces busco y (serendipia) encuentro.
Miro aquí, allá, esculco, releo, reveo; y entonces, el destino me lleva a otro lugar y ahí está eso que aunque no esperaba, me llega justo en el mejor momento.
Y al tocarlo, al verlo, al escucharlo, al leerlo, sé que fue hecho para mí, como si llevara mucho tiempo escondido en ese rincón con el único fin de reservarse para mí.
Y ya que lo tengo junto, me doy cuenta que refleja lo que quiero ser, lo que soy y lo que fui.
Es raro, pero quizás en esa aridez, en ese desierto que rodea mi alma, hay un perro necio que se esfuerza por ladrarle al mundo, por ladrarme a mí, que es posible salir de toda oscuridad y reencontrarse con un camino, con la ilusión de un camino, la esperanza de un...

2 comentarios:

A. dijo...

el alma negra... quien sabe qué desiertos traigamos por dentro. Hartos saludos, Miguel Angel, ya mero cumple años O y quiero hacerle una reunioncilla... ojalá puedan ir.

Anónimo dijo...

Creo mi perro negro más bien sería un chihuahueño: persistente, necio y aguerrido a pesar de su tamaño.

Saludos Micky