lunes, 5 de noviembre de 2007

4. Café DIF de la mujer

Mi vecino, quien entonces era director de cultura en el estado, tras recomendarme leer a los rusos y el nuevo periodismo, me envió a un taller literario con Teresa Dey. Dijo que comprara su libro en el Sanborns, lo leyera y después acudiera al Café DIF de la mujer.
Entonces, hace 12 años, yo no conocía nada sobre escritores, libros y mucho menos de esa música que dicen debe acompañar siempre una charla de literatos.
Llegué a las siete y media previendo que me pidieran volver ocho días después, sin embargo, aquella mujer de cabello risado, sonrisa franca y cigarro en la boca, me dio un abrazo, un beso y enseguida puso delante de mí "Piedra de sol" de Octavio Paz. Pidió que leyera en voz alta y en cada traspié de mi lengua, me regaló una sonrisa bondadosa que logró tranquilizarme por completo al llegar al verso doscientos y pico.
Luego se dijeron nombres (más tarde sabría que eran grandes escritores), títulos (de libros que jamás habría adivinado que existían) y se habló de política, de mucha política.
Yo estaba acomplejado, tímidamente escondido en mi silla, hasta que un acorde de guitarra sonó y la plática fue disminuyendo hasta desaparecer.
Como si fuera algo muy ensayado, uno de los hombres del duo que cantaba trova (ahora que son más famosos siguen llamándose Los Lavaniegos), le pidió a Tere se levantara y los acompañara con una canción. Así, por primera vez, escuché "Cantares" de un tal Joan Manuel Serrat.
Tere Dey, que no tenía mucho de cantante, esperó la nota precisa y con su voz ronca, de locutora de radio, comenzó: "Caminante son tus huellas el camino y nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar, al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar..."
Luego, ese mismo día, semanas, meses después, llegaron más pláticas, el Ché, las Tres Balderas, aquella mujer cuyo nombre no recuerdo, la Española y su amante poeta, libros, cervezas, amores, besos y despojos, y sobre todo mucha literatura...
Así, hace doce años, mientras mi vida tomaba un nuevo camino, Antonio Machado asomaba la cabeza, ya en otra tierra y se hacía oir a través de la voz de un catalán.

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