viernes, 14 de septiembre de 2007

Algunas ausencias

Cuando nací, Luchano tenía un año de muerto. Era el papá de mi papá y había sido comerciante toda su vida. Se había casado con una mujer mayor que él, quien ya tenía algunos hijos. Se levantaba a las seis de la mañana y usaba sombrero. Hacía comidas para sus hijos y era el encargado de bañarlos, de mandarlos a la escuela (esto en los '50 del siglo pasado). Y el día que descubrió a mi padre, entonces un adolescente, llegando tarde a casa lo hizo bañarse con agua fría y lo mandó a abrir su puesto en el mercado.
Dicen que lloraba al ver "La rebelión de los colgados", que le gustaba el matiné en el cine y que acudía con mi mamá a ver películas de drama o de comedia, riendo y llorando por igual.
Las fotos que yo concía de él lo mostraban muy delgado, bajo de estatura, moreno, con lentes muy oscuros. Un día, viendo fotos aún más antiguas, lo descubrí gordo, sonriente, sin lentes, en mangas de camisa. "¿Quién es este gordito?", le pregunté a papá. Él, molesto, me contestó que Luchano antes de la diabetes. Desde ese momento comprendí que aquella herencia un día había de llegar a mi sangre...
Hace unos días, mientras veía "El tesoro del indito", con Pepito y Titina Romay, me acordé de Luchano y sentí ganas de llorar. No sabía por qué podía sentir aquello si nunca había conocido a mi abuelo llegado a Pachuca directo de El Arenal, ni porqué me lo imaginaba jalándole las orejas a papá, dándole sapes por desobediente. No supe por qué añoraba a un extraño a quien jamás había conocido. Luego, ya un poco más tranquilo, llegué a la conclusión que también añoramos nuestras ausencias y quizá por eso, porque solo conocemos a ciertas personas a través de sus historias, de los recuerdos que siempre los nombran, es por lo que ese sentimiento es aún mayor.
Pensé, todavía con más nostalgia, en la falta que me hicieron mis padres en la infancia, en lo que de ellos me platicaba mi hermana cuando estábamos solos ("trabajan por nosotros, quieren darnos lo mejor...").
En ese momento, me senté en cuclillas en el piso y me puse a escuchar la canción "Urge" y dejé que los ojos hicieran lo que tanto deseaban...

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