lunes, 2 de agosto de 2010

Fuimos a Xochimilco en excursión familiar. Habíamos pasado al mercado por chicharrón, pápalo, queso, tortillas, aguacates. Mi suegra llevaba, además, mole rojo y arroz.
Ya en la trajinera pidieron refrescos y cervezas, y mientras unos hablaban de los ausentes, otra pretendía asustarme con lo que vendrá una vez que nazca el/la bebé.
A la hora de la comida, unos sacerdotes chilenos pasaron en otra trajinera. Mi suegra les ofreció un plato con mole y entonces se vinieron a nuetra trajinera. Bendijeron a los tres niños que iban a bordo, al que iba dentro de mi esposa y bendijeron también la comida: nos pusieron a orar unos minutos. Y mientras las horas pasaban, yo sólo miraba a mi esposa y a la gente que iba fuera, no con la que compartíamos la mesa.
Algo había en aquellas personas que viajaban en las trajineras colectivas (15 pesos por persona), cierta felicidad que no experimentaban los que llevaban al mariachi al lado, a quienes escuchaban a la banda de norteños cantanto "Eslabón por eslabón". Sus miradas eran tranquilas, como abarcando todo el rededor.
Entonces pensé que tal vez en ese ir mirando hacia afuera y no hacia adentro estaba la respuesta. Ellos habían ido a Xochimilco a disfrutar de Xochimilco, no a platicar (trajinera adentro) de lo otro: la casa, la familia, los que no llegaron; ellos disfrutaban del sol y del oleaje, de los patos que tratan de escabullirse de las trajineras, de las carcajadas ensordecedoras.
Mi esposa y yo nos tomamos una foto. Pareciera que estamos solos. Que la trajinera únicamente nos transportara a los dos. Vamos, quiero pensarlo, pensando en otras cosas: en el futuro que vendrá, en el sabor del taco de queso, el tronar de un chile al ser mordido; vamos imaginando que pronto regresaremos a probar esas nieves artesanales, que la próxima vez que vengamos a los embarcaderos será para disfrutar de todo lo que hay afuera de la trajinera.
Yo, le toco la panza que día crece más, y me imagino en unos meses, quizás años, llevando ahí al bebé a que tome el sol, a que mire los patos, que huela las flores, que saque un segundo la mano y sienta el agua correrle entre los dedos...
Entonces estoy seguro de que el futuro está a sólo un segundo y sonrío.

5 comentarios:

Rogelio Pineda Rojas dijo...

Jeje, creo que alguien está sumamente ilusionado, lo cual me parece chido. Saludos.

Perla Guijarro dijo...

Que hermoso debe ser tener el futuro a la vuelta de la esquina...

¡Felicidades por la/el bebè que viene!

Perla Guijarro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mangelacosta dijo...

Hola a los dos. Pues sí, txt:::nauta, mucha la ilusión y muchos los deseos de que ya llegue noviembre. ¿Quién iba a pensarlo, no?
Perla: un gustazo conocerte en días que no son de luna llena. Te envío un fuerte abrazo y todo mi agradecimiento.
POr cierto, no sé por qué aparece ese "Comnetario suprimido". Yo no hice nada. Tal vez blogger me está jugando una broma. Eso espero...

Rogelio Pineda Rojas dijo...

No. Blogger no elimina comentarios. Más bien a algún comentarista de este blog le dio pena y decidió quitar su apunte. Eso es todo.