miércoles, 18 de noviembre de 2009

Al cumplir sus 25 años, una compañera de trabajo me preguntó algunas cosas: "Cuando tuviste mi edad, ¿pensabas que serías como hoy eres?, ¿Aún eres el hombre que soñaste ser?"
A resumidas cuentas le dije que mi vida había cambiado tanto en seis años que nunca hubiera imaginado ser quien ahora soy. Le comenté del libro que cambió mi vida (Mr. Vértigo) y de mi acercamiento a la religión católica y cómo me convertí en un creyente practicante. También le conté de lo que no he hecho, de lo que ha surgido en el trayecto, de mi matrimonio, de tantas cosas que terminó aburrida.
El sábado por la mañana desayunaba con mi esposa y platicábamos de los asuntos recientes, de las personas que nos rodean, de los proyectos que ahora tenemos. De repente me descubrí diciendo palabras que no creía mías, pero sintiéndolas por completo; me hallé con frases en la lengua que antes me hubieran sacado ronchas, pero que ahora forman parte de mi realidad.
Un ejemplo: "ya no tengo prisa por publicar un libro", solté en medio de un bocado de omellete de calabaza, y lo dije tan sincero que lo creí. Luego vinieron mis reflexiones y las risas de mi esposa(no sé por qué cuando le hablo en serio provoco que ría tanto).
Otro: "creo que es un buen momento para ser padre" y casi me ponía a acurrucar el aire.
Uno más (el último): "me siento feliz" y entonces no importó nada más, ni el ruido de alrededor, ni la caminata fatigosa, ni el frío al caminar por las calles. Nada...
Es curioso darme cuenta cómo voy cambiando sin percibirlo, cómo llego a lo que parecería haber sido el principio, cómo me empieza a interesar en sobre manera el ensayo literario, cómo disfruto cada vez más ir por la vida sin leer en todos lados, cómo he llegado a una edad, a un momento, en que todo lo estridente, lo provocativo, lo impostado, lo "progresista" me causa tanto rechazo.
Le decía el viernes a un joven que con la madurez llega la paz y que eso no significa que se acaben los bríos. No sé si soy un hombre maduro, si he madurado o sólo crecido, pero he llegado a sentirme feliz, tranquilo, ilusionado. Entonces, ¿por qué creer que está mal que haya dejado de ser el que fui?

1 comentario:

Anónimo dijo...

No es que hayas dejado de ser el que fuiste, lo eres pero con otra perspectiva de las cosas y eso no está mal. Eres el mismo, solo que has ido sumando cosas en el camino que te hacen ser y sentirte mejor Micky.


MR.