jueves, 19 de marzo de 2009

Recuerdo que mi esposa me impulsó a inscribirme en un curso de Preceptiva literaria, pues no quería que siguiera olvidándome de mi pasión. Cuando llegué a Casa del Lago me sorprendió conocer al profesor: usaba botines, pantalones flojos y una camisa que parecía caérsele hacia atrás. Había escuchado alguna vez su nombre y leído uno de sus cuentos, pero nada más. A partir de entonces comenzaría un aprendizaje al estilo oriental, donde el alumno no comprende del todo lo que dice el maestro, pero cuando éste último dice una sola frase, la iluminación llega de lleno.
Luego, Daniel Sada nos brindó su amistad y nos permitió entrar en su casa, nos sugirió lecturas (hoy fundamentales para mí) y nos dio a tomar muchas veces café estilo turco.
Desde entonces he leído otras de sus obras, algunas me han deslumbrado más, pero siempre he reconocido el riesgo que corre al escribir con su estilo particular, sadiano.
Hoy, intrigado por cómo le ha ido en París, busqué en internet información al respecto y encontré una entrevista que concedió a Radio Francia Internacional.
Es curioso, mucha gente alaba su escritura, recientemente recibió el Premio Herralde (ya había recibido el Premio Xavier Villaurrutia), el mundo literario parece al fin estarle dando el lugar que merece (lugar que a lo largo de muchos años algunos habían anticipado ya), y el sigue siendo el hombre sencillo que habla de su infancia en el desierto, de sus lecturas de los clásicos, de su descubrimiento de la ciudad de México. Sigue siendo el hombre con botines, pantalón flojo y camisa desabotonada; continúa siendo el maestro que hoy, sin pensarlo él, sin imaginarlo él, me ha dado una de sus grandes lecciones.
La entrevista está en este link:

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