jueves, 2 de octubre de 2008

Hace diez años aún no conocía a quien hoy es mi esposa; hace diez años caminaba junto a cuatromilpaz; hace diez años recorría de la vanguardia a la retaguardia la marcha que conmemoraba los 30 años.
Hace diez añor gritaba consignas, comenzaba a fumar -Delicados-, cargaba una mochila con una hoja de mariguana dibujada, empezaba la aventura de querer ser escritor.
Hace diez años, alzaba la voz, contradecía las órdenes, dormía cinco o seis horas y no me importaba.
Hace diez años conocía de fechas, de nombres, de anécdotas; leía manifiestos; escribía irreverencias.
Hoy no pienso ir a la marcha, hoy he pasado por momentos reflexivos, hoy desperté sin sueño, hoy caminé diez minutos sin protestar, hoy desayuné sanamente, hoy llamé por teléfono a mis padres sólo para escucharlos, hoy le dije adiós a mi esposa en el metrobús y ya en ese segundo comenzaba a extrañarla.
Quizá todo tenga que ver con ayer, con el ayer real, cuando ya de tarde me quedé solo en casa, sin preocupaciones, con las cuentas pagadas, con un cigarro que jamás encendí -Delicado, pero con filtro-, con un libro en la mano que no tuve urgencia por leer, cuando cerré los ojos y no quise soñar más, sino descansar para alistarme a todo lo que hoy habría de llegar. Porque ya presiento la llegada...

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