jueves, 15 de mayo de 2008

Anoche olvidamos quitar el papel higiénico del buró que está de mi lado de la cama. Procuramos no hacerlo, no olvidarlo, pues de repente nos sorprende que al despertar el rollo esté casi consumido por completo.
Las primeras veces le preguntaba a mi esposa por qué no tiraba el papel en el cesto, pero ella, sin prestarme mucha atención, sólo alzaba los hombros con el riesgo de quedarse así (como decía mamá). Luego, cuando estuvo harta de que la molestara con la misma cantaleta, ella negó tomar papel higiénico y menos en la madrugada.
No fue sino cuando el papel apareció junto a mi mano cuando detectamos que entresueños suelo tomar papel higiénico y desperdiciar la mayor cantidad posible.
¿Sueño que me sueno la nariz, que voy al baño, que me seco el sudor? No lo sé: es muy raro que recuerde mis sueños.
Hoy, aprovechando que mi esposa aún dormía, tomé los restos de papel y los deposité en el cesto de la basura procurando que llegaran al fondo del bote, evitando que mi esposa se diera cuenta.
"Pero qué habré soñado añoche", pienso de camino al trabajo, "qué sueño me hace tomar papel noche tras noche. ¿Hasta en sueños seré un maniático?"

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