jueves, 17 de enero de 2008

Lona 2

¿Quién eres, Lona?, le pregunté la última vez que la vi, hace ya más de medio año.
Ella respondió diciendo su nombre completo, como si con ello no cupieran más preguntas.
Pero yo, que ese día no estaba dispuesto a darle descanso, reviré: Sí, pero qué haces, de qué vives, dónde vives, qué te gusta hacer (además de leer)...
Y ella, como si no valiera la pena contestar, siguió caminando por Reforma (recién habíamos salido del pequeño museo que hay debajo del Ángel de la Independencia).
Mi esposa dijo alguna vez que consideraba a Lona mi mejor segunda esposa, pues con ella yo platicaba, me tranquilizaba, discutía... Tenía varias semanas pensándolo, pero algo más me inquietaba: ¿era Lona un ser real o simplemente un fantasma que compartíamos mi esposa y yo? ¿Por qué siempre llegaba al mismo tema: un libro que decía haber leído miles de veces pero cuyo título no recordaba? ¿En realidad era tan pobre como decía? ¿De donde le venía el gusto por confeccionar mochilas con pantalones rotos, camisetas percudidas; de hacer chamarras con lazo, con camisas pasadas de moda?
Pero hubo algo, quizá la última pregunta, que aquella tarde provocó que todo terminara mal: ¿eres real, Lona?
Nos despedimos en Metro Balderas (ella siempre viajaba hacia el Oriente), y prometí llamarla pronto. Mas no lo hice. No fue sino hasta el 10 de agosto, el día de su cumpleaños, cuando la escuché tras el auricular: enojada, triste, sin mucho qué decir. Le desee felicidades y pronto terminé la "conversación", pues parecía que hablaba solo. Prometí llamarla unos días después, pero tampoco en esa ocasión cumplí.
Un mes después, tal vez más, telefoneé a su casa y me dijeron que estaba equivocado. Intenté en un segundo teléfono y la misma voz me dijo que estaba equivocado. Al fin, cuando marqué por tercera ocasión, el hombre del otro lado me dijo que ella ya no vivía ahí. Pregunté si me podían decir dónde encontrarla, cómo saber de ella, pero un silencio eterno canceló cualquier posibilidad.
Mientras colgaba el teléfono, recordé la última vez que Lona había desaparecido. Nadie sabía de ella ni daban informes sobre su paradero. No fue sino un año después que ella llamó a mi casa cuando supe del lugar donde había estado. Nuestra amistad seguía siendo como antes, pero algo anormal siempre nos rondaba (ella se había vuelto más desconfiada, reincidía más en ciertas pláticas, lloraba con mayor facilidad).
Ayer estuve a punto de llamarla de nuevo a su casa, de pedir nuevamente informes, pero tengo miedo que contesten a mis interrogantes y me digan que está donde la última vez.
No sé, no quiero escucharla, ni siquiera deseo verla, pero quiero enterarme de que está bien. Me conformo con eso.
Si alguien la ve, si alguien reconoce a mi "fantasma" caminando por las calles, dígale que aún la espero, que aún no leo ese libro del que tanto me hablaba, pero que me gustaría saber de ella, saber si sigue siendo real, o no.

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